AL-MOTAMID Y LOS POETAS MARROQUÍES
Por:Fernando de Agreda
A mi buen amigo Mohammed Anakar, animado por su apoyo cordial.
La reciente publicación del estudio de Sonia Fernández Hoyos titulado: Una estética de la alteridad: la obra de Trina Mercader, realizada con la Beca de investigación “Miguel Fernández” 2004 es una buena ocasión para ampliar los campos que nos ofrece la obra literaria de Trina Mercader. Como poeta y como impulsora de una revista literaria que fue el Norte de su vida como ella misma ha dejado dicho en sus escritos.
Conocíamos el proyecto del trabajo que había iniciado Sonia Fernández Hoyos y que afortunadamente ha sido editado por las ediciones de la UNED,, en la colección “Varia”; 348 páginas, con anexos documentales (poemas autógrafos e inéditos de Trina Mercader; dibujos asimismo inéditos, fotografías que recogen varias escenas de Trina junto a los poetas de su entorno, y la reproducción de varias portadas de la revista)..
Nos puso en contacto un buen amigo y excelente conocedor – y coprotagonista – de aquella “aventura literaria” que creó nuestra inolvidable Trina: Jacinto López Gorgé, muy unido a la familia de nuestra autora. Sonia es una joven melillense que se ha licenciado en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Ha ampliado sus estudios en la universidad de Nueva York y actualmente prepara su tesis doctoral sobre la obra de otra gran escritora: Carmen Martín Gaite.
El citado estudio viene prologado por José Romera Castillo, catedrático de Literatura Española y director del Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura, buen especialista en el tema que estudia la autora . La “estética de la alteridad” es un campo en el que ha puesto de relieve y descubierto facetas de un documento tan valioso como fue la obra de Trina Mercader en Marruecos.
El índice nos da las pistas oportunas para conocer ampliamente la personalidad de Trina de una parte y de otra la proyección de su obra: la revista Al-Motamid. Verso y Prosa (Larache, 1947-Tetuán, 1956).
Es sabido el motivo de la residencia en Larache donde Trina trabajó como funcionaria de la municipalidad hasta su traslado a Tetuán, tras una breve estancia en la antigua Villasanjurjo (actual Alhucemas). En aquella ciudad tan provinciana y con las escasas actividades culturales que se producían, Trina decide iniciar “un mundo a solas” impulsando la comunicación con los escritores marroquíes y con los propios poetas españoles tan lejanos. La búsqueda de contactos, la relación con otras revistas literarias será el motor que impulse su propia actividad creadora.
A finales de 1992 me dirigí a las personas que habían conocido o tratado directamente a Trina con el deseo de conocer datos personales sobre su vida y su obra, como ya lo había hecho anteriormente, me refiero a la correspondencia y a los contactos mantenidos con María y Bonifacio Balaguer, primos de Trina, que vivían en Alicante y, por otra parte, con Estrella Pérez de Amar, tan buen amiga y admiradora de Trina; conservo, por ejemplo, las amables respuestas de varias personas muy significativas por sus vivencias directas de aquella época. Miguel Tarradell, arqueólogo, catedrático de la Universidad de Valencia y exdirector del Servicio de Arqueología de Tetuán conocido por sus trabajos de campo en Tetuán que ha publicado varias obras (Historia de Marruecos. Marruecos púnico, Universidad de Rabat, Facultad de Letras e Instituto Muley El-Hasan, 1960; Arte Ibérico, Barcelona, 1968) así como artículos de investigación en revistas (Hespéris-Tamuda, Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán)de su especialidad, me decía:
“...Me hizo ilusión comprobar que alguien se acuerda de Trina Mercader, que bien se lo merece. Por cierto que hace años que le he perdido la pista. ¿Me podría indicar su domicilio en Granada, si es que sigue allí? No pienso – y lo siento – que pueda darle información útil para su propósito. Completamente de acuerdo con Ud. que “aquel espíritu de solidaridad que intentó la empresa de Trina merece ser recordado”.
“Precisamente yo le apreciaba mucho, entre otras razones, porque admiraba su aventura utópica.”
“Viví de cerca el vacío de su aventura, que era mayor de lo que ella, con su ilusión era capaz de darse cuenta. Era admirable su ilusión, que prácticamente no compartía, digamos, nadie. En el ambiente mortecino, sub-provinciano de Larache, lanzar una revista de poesía era de un heroísmo inaudito. Buena parte de los poetas españoles colaboraban, simplemente, porque era una manera de publicar sus textos. Los marroquíes eran reticentes, porque si entonces la palabra “colonialismo” era poco divulgada, el concepto si. Yo procuraba callarle lo que veía para no cortar su ilusión, pero era consciente del vacío en el que se movía su idea inicial, a pesar de su tesón.”
“Si ahora se lo confieso a usted es para que en su trabajo insinúe el problema de su soledad – que a mi me impresionaba – y valore al máximo de lo que tuvo de aventura noblemente quijotesca. Todo lo que indique en este sentido será poco, y se lo digo como un testimonio directo de aquellos años.”
“No puedo explicarle detalles útiles sobre Al-Motamid. Vivíamos a cien kilómetros de distancia, y yo no era literato, sino arqueólogo. Por otra parte la revista era Trina, y solo Trina, que se la montaba a través de su activa correspondencia, desde su soledad de Larache. Cuando pasó a Tetuán, yo ya terminé mi época marroquí”.
Otro buen amigo de Trina y promotor de sus inquietudes poéticas – el mismo que animaría y hasta ideó el título de la revista Al-Motamid – fue Cesáreo Rodríguez Aguilera. Figura destacada en el mundo de la judicatura, catedrático de Ciencias Políticas, crítico de arte, que ha fallecido en Barcelona,, donde residía, recientemente, el pasado 11 de noviembre de 2006. A este ilustre magistrado me dirigí y conservo su amable respuesta, manuscrita también, fechada en Barcelona, el 6 de enero de 1993: recogeré de la misma los párrafos más significativos en relación con el tema que nos ocupa:
“Viví 4 años en Marruecos – del 42 al 46 – y allí conocí a Trina Mercader. La forma en que el hecho ocurrió la acabo de resumir en un texto “Memoria cultural” que me ha encargado una revista, en la que aparecerá el año que viene o el siguiente .”(1)
“Mis textos literarios marroquíes no los tengo recopilados. Algunos poemas están en mi “Antología breve”, de Plaza-Janés, hoy agotada. Recientemente López Gorgé ha incluido uno de ellos en su obra “Marruecos en la poesía española contemporánea”, Ediciones A. Ubago, 1990.”
“Con Trina Mercader mantuve una buena relación amistosa durante mis años de residencia en Marruecos. Después sólo coincidí con ella en el Congreso de Poesía de Salamanca, en los años 50. Estoy a su disposición para darle los datos que me solicite y mantenga mi memoria. Si viniera por Barcelona la cosa resultaría fácil.”
Estos testimonios adquieren un valor especial indudablemente y deseo rendir homenaje de gratitud a sus autores. Su generosidad me ha animado a proseguir esta tarea de dar a conocer ese mundo tan personal que nos refieren.
Recordaremos los párrafos que Rodríguez-Aguilera dedicó a Trina en aquella “Memoria” a la que se refería en su carta:
“Con el pseudónimo de “Al-Motamid” firmo algunos artículos y relatos en publicaciones locales, que me relacionan con cuantos, españoles o no, tienen allí las mismas inclinaciones. Un día descubro en Larache a una tímida muchacha que me entrega unos deliciosos poemas en prosa, “que no ha enseñado a nadie”. Sin advertirla, hago que uno de ellos aparezca en la sección literaria de una publicación local, firmado con el pseudónimo de “Tìmida”. La sorpresa produjo el efecto que me había propuesto. A partir de entonces reiteró sus publicaciones. Tras mi regreso a la península, el proyecto de lanzar en común una revista de poesía (muy frecuentes en aquella época), en la que pudieran encontrarse españoles y marroquíes, acabó siendo la revista “Al-Motamid”, de Trina Mercader, en la que apenas pude colaborar”.
Recordaremos a propósito el testimonio del gran poeta Rafael Guillén (www.rafaelguillen.com) que me escribía desde Granada el 8 de enero de 1993:
”En efecto, tal como le ha dicho Jacinto, gocé de la amistad de Trina Mercader desde que se vino a vivir a Granada hasta su muerte, si bien en los últimos años su retiro voluntario, dedicado al cuidado de su madre, la tenía totalmente aislada”.
“Trina alcanzó una altura en su poesía, depurada y ascética, que aún no se le ha reconocido. Sabía conjugar su profunda espiritualidad y sentido religioso de la vida con una extrema sensibilidad en el contacto con la naturaleza, en su relación con las cosas materiales y en su entorno afectivo. Profesaba la humildad conscientemente, como tratando de ocultar una valía y un brillo del que se sabía poseedora. Y en la expresión poética de sus afanes y sentimientos, trabajaba la palabra con dedicación y maestría”.
“Cuando en este final de siglo gran parte de la poesía se ha degradado por falta de valores humanos en su contenido y por dejadez y vulgaridad en su expresión, es un consuelo y un deleite releer la obra de Trina Mercader y sentir el orgullo de haber gozado de su amistad que, desde la perspectiva de su muerte, vemos que nunca pudimos llegar a corresponder lo bastante”.
¿Quíén era ´Abd-El-Káder El Mokaddam?
Decía Trina Mercader entre sus recuerdos de la experiencia de convivencia cultural en Marruecos que había significado la revista Al-Motamid (junto a la colección de libros “Itimad” aneja a la revista)(2):
“El proyecto se lleva a cabo con una pobreza de medios que contrasta con la ambición que lo mueve. La empresa era original, sin antecedentes. Conocíamos a un solo poeta musulmán marroquí, Abdel-Káder El Mokaddam, residente en Tánger, al que ofrecimos las páginas centrales como muestra de preferencia por lo árabe...”.
Y efectivamente fue así: el primer número de Al-Motamid. Verso y Prosa , publicado en Larache en marzo de 1947, incluía el poema “Las gotas de rocío” que según se señalaba pertenecía al libro inédito Visiones(o fulgores) de la esperanza (Lamahat al-amal). El poema se publicaba en Las dos lenguas, árabe (metro jafif) y español recogiendo la versión castellana del propio autor.
LAS GOTAS DE ROCÍO
El sol se pone detrás de las ramas,
Después de un breve momento de divina paz!
La oscuridad lo ha cubierto todo
Y los paisajes han ido esfumándose a los ojos...
¡Es ahora cuando vuelven los seres que huyeron del peligro de la muerte!
¡Las gotas de rocío caen, leves, sobre los jardines,
enlazándose lentamente a las ramas!
¡Son como perlas sobre el seno de las bellas que cautivan corazones!
¡La brisa suave arrastra
perfume de jardines hacia todo corazón entristecido!
* * *
¡La aurora llega con dulces esperanzas
y el jardín sonríe, descubriendo su belleza hasta el éxtasis!
* * *
Como lágrimas de unos ojos, resbalan lentamente las gotas de rocío sobre los pétalos!
Y esta alegría aumenta la pasión de los pájaros, haciéndoles cantar maravillosas canciones.
¡Se acercan los rayos del sol!
¡Ya pintan con su color los más bellos matices!
¡Pero abrasadas, se deshacen
aquellas gotas que coronaban los jazmines!
¡Cómo se desvanecen las almas del rocío, hacia su origen, en el impetuoso aire del jardín!
Ya en el número 4 del mismo año (Junio, 1947) se publican dos nuevos poemas de nuestro autor: “Un viaje por el cielo (en la noche profunda)” y “Las flores olvidadas (paisajes de abril)” del diván Ashlá wa asdá (“Trozos y ecos”):
Del mismo año y en el número 7, del mes de septiembre, encontramos el poema “La luna (en la soledad de la noche)” también en las dos lenguas. En este mismo número figura el poema “El ancho mundo”, en árabe con versión castellana de su autor: otro poeta casi desconocido para nosotros: Idris El Yá`i.
En octubre del mismo año, es decir en el número siguiente, el 8, de 1947, figura otro poema del ya citado poemario “Trozos y ecos”, titulado “Diálogo con el amor”, siempre en versión bilingüe . Podemos leer asimismo el poema de Idris El Yá`i: “Salutación fervorosa los poetas de Madrid” (Tahiyya ´atifiyya li-shu´ará Madrid).
En estos años se mantenía la colaboración de Driss Diuri, compañero de trabajo de Trina, como eficaz traductor del árabe pero, cosa que nos parece extraña, no siempre aparecía su nombre en la relación de los colaboradores de la revista. En el consejo de dirección figuraría su nombre en el número 12, febrero de 1948, junto a Jacinto López Gorgé, Pío Gómez Nisa, Eladio Sos y Juan Guerrero Zamora.
En este número que hemos citado, 12, de febrero de 1948, encontramos el poema “Quejas de una choza”, en las dos lenguas. Se cita, además, que pertenecía al diván de próxima aparición: Lamahat al-amal , al que nos referiremos después.
Se trata del número 13, marzo de 1948: encontramos el poema del mismo ´Abdelkader El Mokaddam titulado “Noche triste” (Layl ka`ib..!), traducido, según se señala al final, por “el Grupo de Traductores de la Revista”. Y ya en la última página dedicada a dar “Noticias” y reseñas breves podemos leer, en español y en árabe, las líneas siguientes:
“Nuestro joven poeta marroquí Abd-el-kader El Mokaddam ha publicado su primer libro de versos Visiones de la esperanza , editado en Tetuán, (3) Lamentamos la falta de versión castellana del mismo, ya que Mokaddam cuenta con numerosos lectores en la Península, que siguen sus bellos poemas a través de AL-MOTAMID”.
Seguimos repasando los números de la revista para encontrar más noticias de este poco conocido escritor: y será tiempo después, en el número 16 de la revista (1949) – ya no figura el consejo de redacción (problemas que surgirían por aquellos días y que se explican en la obra de Sonia Fernández Hoyos) pero se dan los nombres del “grupo traductor de árabe” y que integraban Dris Diuri y Ahmed Tadlaui – donde encontramos otros versos de Mokaddam bajo el título de “La flor de los sueños (del mar de la vida)”, de nuevo en ambas lenguas .
La buena relación que mantenía nuestro poeta con la revista y en especial con su directora, Trina Mercader, se aprecia en los números siguientes: así en el correspondiente a julio de 1949 (es decir el número 18) conocemos la reunión de los poetas en el mes de mayo durante las fiestas que se celebraron con motivo de la boda de “S.A.I. el Jalifa. Asistieron los poetas Pío Gómez Nisa y Jacinto López Gorgé en representación de la Revista “Manantial”; Trina Mercader, Abdelkader Mokadddam y Eladio Sos como grupo de AL-MOTAMID y los poetas de Tetuán Nayib Abumalham, Ibrahim el Ilgui, Vicente Recio y Manuel García Sañudo...”.
Uno de los aspectos más interesantes del libro que hemos podido conocer gracias a la amabilidad de su autora, Sonia Fernández Hoyos, es el apéndice documental donde encontramos fotografías preciosas y, entre ellas, las que reflejan la reunión que se celebró en Tetuán y que acabamos de comentar. Así podemos conocer a nuestro autor junto a algunos de los poetas citados.
Quizá entonces leyera Mokaddam el poema titulado “La reina dela primavera”, fechado el 15 de mayo de 1949, que viene también en las dos lenguas en el número 19, noviembre de 1949, En este número se publica además el texto, con traducción al español, del gran erudito que fue ´Abd Allah Guennún en respuesta a la encuesta titulada “En busca de la joven poesía de Marruecos”. Se titula: “¿Está la poesía en decadencia?” y en el mismo refiere la visita que le hicieron la propia Trina con su amiga Antonia Coslado para hablar de la poesía y otros temas literarios. En la reunión, dice Guennún, les acompañaba el poeta Abdelkader el-Mokaddam...
Otros poemas de Mokaddam aparecerían en los siguientes números de la revista: “El pájaro constructor (de lo que ocurre en la vida)”, en el número 20 (abril, 1950); “La Pascua”, en el número 23(junio, 1951), que finaliza con este verso:
“¡Que viva nuestro Jalifa, porque su amor para con su pueblo es como un bálsamo extendido sobre las muchedumbres!
Y, por último, el titulado “Ramillete” en el número 33, correspondiente a los meses de enero-marzo de 1956: es decir en el último número de la revista, cuando ya se publicaba en Tetuán. En esta ocasión sólo figura la versión española, cosa excepcional pues anteriormente, como ya señalamos, siempre se publicaban los versos de Mokaddam en las dos lenguas.
No podemos olvidar este hecho, es decir el cambio que supuso el traslado de Trina a Tetuán donde ya se publicaron los siguientes números de la revista a partir del mes de marzo de 1953. Precisamente en el número 26 de la misma, fechado en agosto de aquel año aparece la entrañable “Carta marroquí” de Vicente Aleixandre. En la misma se plasmaban los recuerdos de nuestro gran poeta tras su reciente visita a varias ciudades marroquíes: Tánger, Xáuen y Tetuán.
Recordaremos algunos párrafos de aquel texto inolvidable por los datos que nos ofrece:
“¿Se acuerda usted? Íbamos conversando. A mi me gustaba oír el habla arábiga, a veces suave, a veces de algarabía fresca, a veces de apenas murmullo. Ahmad Al-Bakkali y Jacinto, uno a cada lado mío, me iban diciendo (...)Uno propuso que nos sentáramos antes, y me acuerdo que así lo hicimos (...)Quizá fue aquella hora, amiga mía, lo que hoy es el mejor recuerdo de Marruecos. Alrededor de aquel tablero, recién salidos de la ciudad pura musulmana, estaban el poeta Mohamed Sabbag; a su lado Ramón Valdés, el incipiente lírico español marroquí; a continuación el poeta de Arcila, Ahmad Al-Bakkali (...)a mi lado; Miguel Fernández o Francisco Salgueiro, o su espíritu evocado, podían haberle hablado a Abdelkáder Al-Mokaddam, el poeta que por la mañana, tímido y con un halo de silencio, se me había acercado en Tánger traído por la mano de usted (...).
Aquellas palabras de Aleixandre – el mejor recuerdo, decía, que se llevaría de Marruecos - venían a confirmar el espíritu que alentaba a Trina y a su revista AL-MOTAMID: “veía yo las cabezas de los poetas musulmanes y de los poetas hispanomarroquíes que fraternizaban y se comunicaban, como la misma poesía de cada uno se comunica con el fraterno corazón de los hombres a quienes se dirige”
Por lo demás tan sólo nos queda añadir las noticias extraídas de la misma revista y que se referían a los recitales de Manuel Pinillos en Radio Zaragoza (julio y diciembre de 1949) titulados “Presencia y promesa de Marruecos” y “Puerta de África, ojos de Europa” y “En busca de una poesía marroquí” en los que se leyeron poemas de Mokaddam, Ibrahim El Ilgui y otros autores relacionados con las revistas AL-MOTAMID y MANANTIAL.
En el número 21 (julio de 1950) aparece asimismo la noticia de la conferencia pronunciada por el poeta Jose Mª Rodríguez Méndez en el Seminario de Literatura “Juan Boscán” del Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona sobre “La poesía hispanomarroquí actual”. En la misma se leyeron poemas de Trina Marcader, de Ibrahim El Ilgui, de Idris El Yai y de nuestro Abdelkáder El Mokaddam.
RECUERDOS PERSONALES
En noviembre de 1978 escribi a Abdelkader El Mokaddam, a la dirección de Radio Tánger que me había facilitado el conocido poeta de Cháuen ´Abdelkarim Tabbal. Recuerdo sus atentas respuestas de finales de aquel año (su dirección postal era: 3, Calle Descartes, en Tánger) en las que se refería al trabajo sobre Vicente Aleixandre que estaba estudiando entonces, cuando trabajábamos en el antiguo Instituto Hispano-Árabe de Cultura.(4)
Se excusaba por haber tardado en contestar a mi carta y me hablaba de un reciente viaje a Barcelona, para participar en el congreso islámico allí celebrado. “Me permito recordarle que puesto que se trata de tan gran hombre como es Aleixandre insista sobre su persona humana y su obra que aporta al hombre...En otro sentido está la cuestión humana presentada en un bello cuadro poético...Podría usted contactar también con el Sr. Mohamed El Bouanani en la Radiodifusión Televisión Marroquí en Rabat”, decía en su carta. Me pedía, para finalizar, la dirección de “nuestras amigas comunes las poetisas Antonia Coslado Arévalo y Trina Mercader fundadoras de AL-MOTAMID con mi participación”. Es todo lo que recuerdo de nuestra comunicación. ¿Recibiría Trina la carta de su antiguo amigo (acaso con nostalgia, la que parecería apropiada al recuperar las noticias de un antiguo amigo y colaborador)?
TRINA MERCADER Y LOS POETAS MARROQUÍES
Otro aspecto de la obra de Sonia Fernández Hoyos que desearíamos ampliar es la colaboración de Trina Mercader con los poetas marroquíes. Recordamos especialmente la actividad de los traductores que se encargaron de las páginas árabes de la revista Al-Motamid. Dris Diuri, sobre el que tratamos en nuestra comunicación titulada “Dris Diuri y la revista “Al-Motamid” (Trina Mercader). Una aventura utópica” presentada en las Jornadas de la Asociación “Larache en el Mundo”, que dirige nuestro amigo Sergio Barce, en agosto de 2006, en Larache, (www.laracheenelmundo.com, La Gaceta Informativa de Larache, Número 5, Noviembre 2006, págs. 4-7)(5).
Mohammad Sabbag del que Trina publicaría El árbol de fuego en Tetuán, 1954, primer libro de la colección “Itimad” aneja a la revista. La versión al español era del propio autor y de Trina Mercader. Llevaba unas palabras de presentación de Vicente Aleixandre e incluía algún poema como el titulado “Ira de Dios” que había aparecido en la revista Caracola, número 22, agosto de 1954 en traducción de ´Abdel Latif Jatib y Trina Mercader. (6)
Es sabido que Trina Mercader contó con la colaboración de otros conocidos escritores, figuras destacadas del hispanismo marroquí, que se encargaron de la parte árabe de su revista: Mohammed Ibn Ázzuz Hakim y Amina Al-Luh serían los nombres más recordados. Ahora quisiéramos referirnos a otro poeta marroquí: Ahmad Tribaq Al-Yadri que tuvo la amabilidad de contestar a nuestra carta en la que le solicitábamos noticias del ya citado ´Abdelqáder Al-Muqaddam.
Su respuesta se publicó en el número 1 de la revista mensual Rawafid, Tetuán, febrero de 2006, p. 25 con el título siguiente: “Hamilu liwá al-taydid fi shamal al-Magrib. 1-Al-shá`ir al-mu´tazil ´Abd al-Qádir al-Muqaddim” (Los portadores de la bandera de la renovación en el norte de Marruecos. 1- El poeta retirado (o aislado)....) que ha sido traducido al español por mi buen amigo Mohammed Anakar.
Y se refería entre otras cosas, tras disculparse por el retraso en contestar a mi carta por haber estado enfermo, al movimiento de renovación de la poesía marroquí, al que perteneció Mokaddam – tal como era conocido su nombre – desde los años 40: cuando publicó su poemario “Los fulgores de la esperanza” en 1948, tal como dijimos más arri- ba. Entonces publicó en revistas marroquíes como Da´wat al-Haqq y Risalat al-Magrib, y periódicos, como Al-Mithaq. Trabajó en la Escuela Islámica y privada (Madrasa al-islamiyya al-hurra) de ´Abdallah Guennún, en la Alcazaba tangerina. Luego pasaría al campo de la información radiofónica. “Durante la década de los setenta se le podía ver caminando apresuradamente, tras abandonar su trabajo en la emisora, para dirgirse algunas veces a la librería Alfarabi donde indagaba por el nuevo número de la serie “La Pequeña Enciclopedia” que se vendía por menos de medio dirham. Luego se pasaba a saludar a su amigo Mohammed ´Allal al-Sinhayi, el dueño de la librería antes de regresar a su casa, en el camino de Ibn Al-Hayzam...Tuve la ocasión de visitarle en varias ocasiones y así pude comprender los motivos de su aislamiento y las circunstancias de su retiro. Pensé en rescatar algunos poemas que me mostró dudando de que pensara en guardarlos después de oirle decir: “Todo es vano. Aquellos poemas son absurdos, de arriba abajo”, así juzgaba su legado poético. Algunas tardes pasaba por su casa y deploraba verle en tal situación, en su hermetismo y en su orgullosa postura...Le veía otras veces caminando para dirigirse a la mezquita Buhut, cercana a su casa. ¡Qué le vamos a hacer! La injusta vejez termina con nuestros poetas y les cubre el olvido, lo mismo pasó con su colega ´Abdelmalik Al-Bilguiti, otro poeta de aquellos mismos años (autor del “Ramo de poesía”, de 1947) ¡Que Dios bendiga a los poetas olvidados!”. Y terminaba con palabras de agradecimiento por el recuerdo que le había dedicado.
(1) Se refiere a la conocida revista ANTHROPOS, de 1994, que publicó un monográfico dedicado a recoger los datos principales de su biografía, titulado: Cesáreo Rodríguez-Aguilera. Legitimación humana de la Moral y el Derecho. Poesía y Arte como expresión de la luz más oscura. Existe además la Fundación Cesáreo Rodríguez –Aguilera que depende de la Universidad de Jaén (www.ujaen.es/serv/vicext/fundacion_cesareo.html). Jacinto López Gorgé recogió efectivamente uno de sus poemas, el titulado “Sájara”, de su poemario Sáhara de la vida (1948) en su antología Marruecos en la poesía española contemporánea, publicada en Granada, en la colección Ibermagrib, en 1990.
(2) Revista de Información de la Comisión Nacional Española de Cooperación con la UNESCO, nº 25, enero-marzo 1981.
(3) En la parte árabe dice que se había publicado por la editorial Al-Mahdiyya de Tetuán. No hemos podido consultar este libro que por la fecha de su publicación será de difícil localización.
(4) “Vicente Aleixandre en el mundo árabe” se publicaría en las Actas del Primer Congreso Hispano-Africano de las culturas mediterráneas “Fernando de los Ríos Urruti”(11 al 16 de junio de 1984), vol. II, tituladas España y el norte de África. Bases históricas de una relación fundamental (Aportaciones sobre Melilla), dirigidas por Manuel Olmedo Jiménez.
(5) Mohamed Chakor y Sergio Macías: Literatura marroquí en lengua castellana. Prólogo de Alfonso de la Serna. Madrid, 1996, págs. 41-44. Esta obra ha sido criticada por excesiva, pero en mi opinión tiene muchos aspectos positivos que merecen resaltarse, como es el hecho de recuperar la obra y los méritos de muchos hispanistas marroquíes que eran escasamente conocidos. Y eso es lo importante.
De Chakor asimismo es otra obra colectiva: Encuentros literarios: Marruecos-España-Iberoamérica. Madrid, CantArabia, 1987. En este volumen, de la colección Almoradú, nº 2, colaboran Sergio Macías, Jacinto López Gorgé (“Dos revistas hispanomarroquíes”, en la que se refiere muy detalladamente a la revista y a Trina Mercader en concreto con revelaciones personales que merecen ser leídas), Luis Jiménez Martos y Miguel Bayón.
(6) El texto original de El árbol de fuego (Shayarat al-nar) se publicó en Tetuán un año después, es decir en 1955. Incluía las palabras de presentación de Aleixandre, traducidas al árabe lógicamente y un retrato de Sabbag dibujado por la propia Trina. La versión al español obtuvo una mención honorífica del premio “Escultor José María Palma”. Pedro Martínez Montávez incluyó el poema “El loco” de este poemario de Sabbag (con un comentario en el que recogía las palabras de José Ángel Valente en su reseña de la revista Índice , Septiembre de 1955,, y citaba las obras de Sabbag publicadas hasta entonces: Aroma ardiente (Al-´abir al-multahib) Tetuán, 1953, con prólogo de Bulus Salama; Aliento herido (Al-luhat al-yarih), 1955; Ver el comentario de Mohammed Chakor en el semanario MARRUECOS de 13 de septiembre de 1976, pág. 11.
Mohammed Sabbag ha publicado después varios libros. Recordaremos también su colaboración con Leonor Martínez en la traducción de El rumor de los párpados del gran escritor libanés Mija`il Un´ayma que aparecería en Madrid, en 1956, en la colección “Adonais” .
Aitor L. Larrabide, que trabaja en el Centro de Estudios de Miguel Hernández de Orihuela (Alicante) mea ha facilitado algunas referencias que no conocía: así, por ejemplo, la reseña de María de Gracia Ifach, que también colaboró en las páginas de Al-Motamid, titulada: “La poesía en Marruecos: Trina Mercader y su revista “Al-Motamid”, publicada en el diario valenciano Las Provincias (falta la fecha); y de la sección literaria (Noticiario) de E. A. J. 21 Radio Melilla (“Los números 5 y 6 de la revista “Al-Motamid”).
Recientemente he conocido otros aspectos de la vida de Trina – su amistad con las compañeras del Ayuntamiento: Petra, Conchita y Natividad, gracias a Ángela (“Angi”) Ramírez Gutiérrez, nacida en Larache, que conserva los recuerdos de su hermana Natividad o María, gran mujer, según me dice, fallecida recientemente, y que ha tenido la amabilidad de comunicármelos a través de mi querida amiga Lola López Enamorado en un texto muy emotivo titulado “Historia de una romántica mujer” .
A mi buen amigo Mohammed Anakar, animado por su apoyo cordial.
La reciente publicación del estudio de Sonia Fernández Hoyos titulado: Una estética de la alteridad: la obra de Trina Mercader, realizada con la Beca de investigación “Miguel Fernández” 2004 es una buena ocasión para ampliar los campos que nos ofrece la obra literaria de Trina Mercader. Como poeta y como impulsora de una revista literaria que fue el Norte de su vida como ella misma ha dejado dicho en sus escritos.
Conocíamos el proyecto del trabajo que había iniciado Sonia Fernández Hoyos y que afortunadamente ha sido editado por las ediciones de la UNED,, en la colección “Varia”; 348 páginas, con anexos documentales (poemas autógrafos e inéditos de Trina Mercader; dibujos asimismo inéditos, fotografías que recogen varias escenas de Trina junto a los poetas de su entorno, y la reproducción de varias portadas de la revista)..
Nos puso en contacto un buen amigo y excelente conocedor – y coprotagonista – de aquella “aventura literaria” que creó nuestra inolvidable Trina: Jacinto López Gorgé, muy unido a la familia de nuestra autora. Sonia es una joven melillense que se ha licenciado en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Ha ampliado sus estudios en la universidad de Nueva York y actualmente prepara su tesis doctoral sobre la obra de otra gran escritora: Carmen Martín Gaite.
El citado estudio viene prologado por José Romera Castillo, catedrático de Literatura Española y director del Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura, buen especialista en el tema que estudia la autora . La “estética de la alteridad” es un campo en el que ha puesto de relieve y descubierto facetas de un documento tan valioso como fue la obra de Trina Mercader en Marruecos.
El índice nos da las pistas oportunas para conocer ampliamente la personalidad de Trina de una parte y de otra la proyección de su obra: la revista Al-Motamid. Verso y Prosa (Larache, 1947-Tetuán, 1956).
Es sabido el motivo de la residencia en Larache donde Trina trabajó como funcionaria de la municipalidad hasta su traslado a Tetuán, tras una breve estancia en la antigua Villasanjurjo (actual Alhucemas). En aquella ciudad tan provinciana y con las escasas actividades culturales que se producían, Trina decide iniciar “un mundo a solas” impulsando la comunicación con los escritores marroquíes y con los propios poetas españoles tan lejanos. La búsqueda de contactos, la relación con otras revistas literarias será el motor que impulse su propia actividad creadora.
A finales de 1992 me dirigí a las personas que habían conocido o tratado directamente a Trina con el deseo de conocer datos personales sobre su vida y su obra, como ya lo había hecho anteriormente, me refiero a la correspondencia y a los contactos mantenidos con María y Bonifacio Balaguer, primos de Trina, que vivían en Alicante y, por otra parte, con Estrella Pérez de Amar, tan buen amiga y admiradora de Trina; conservo, por ejemplo, las amables respuestas de varias personas muy significativas por sus vivencias directas de aquella época. Miguel Tarradell, arqueólogo, catedrático de la Universidad de Valencia y exdirector del Servicio de Arqueología de Tetuán conocido por sus trabajos de campo en Tetuán que ha publicado varias obras (Historia de Marruecos. Marruecos púnico, Universidad de Rabat, Facultad de Letras e Instituto Muley El-Hasan, 1960; Arte Ibérico, Barcelona, 1968) así como artículos de investigación en revistas (Hespéris-Tamuda, Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán)de su especialidad, me decía:
“...Me hizo ilusión comprobar que alguien se acuerda de Trina Mercader, que bien se lo merece. Por cierto que hace años que le he perdido la pista. ¿Me podría indicar su domicilio en Granada, si es que sigue allí? No pienso – y lo siento – que pueda darle información útil para su propósito. Completamente de acuerdo con Ud. que “aquel espíritu de solidaridad que intentó la empresa de Trina merece ser recordado”.
“Precisamente yo le apreciaba mucho, entre otras razones, porque admiraba su aventura utópica.”
“Viví de cerca el vacío de su aventura, que era mayor de lo que ella, con su ilusión era capaz de darse cuenta. Era admirable su ilusión, que prácticamente no compartía, digamos, nadie. En el ambiente mortecino, sub-provinciano de Larache, lanzar una revista de poesía era de un heroísmo inaudito. Buena parte de los poetas españoles colaboraban, simplemente, porque era una manera de publicar sus textos. Los marroquíes eran reticentes, porque si entonces la palabra “colonialismo” era poco divulgada, el concepto si. Yo procuraba callarle lo que veía para no cortar su ilusión, pero era consciente del vacío en el que se movía su idea inicial, a pesar de su tesón.”
“Si ahora se lo confieso a usted es para que en su trabajo insinúe el problema de su soledad – que a mi me impresionaba – y valore al máximo de lo que tuvo de aventura noblemente quijotesca. Todo lo que indique en este sentido será poco, y se lo digo como un testimonio directo de aquellos años.”
“No puedo explicarle detalles útiles sobre Al-Motamid. Vivíamos a cien kilómetros de distancia, y yo no era literato, sino arqueólogo. Por otra parte la revista era Trina, y solo Trina, que se la montaba a través de su activa correspondencia, desde su soledad de Larache. Cuando pasó a Tetuán, yo ya terminé mi época marroquí”.
Otro buen amigo de Trina y promotor de sus inquietudes poéticas – el mismo que animaría y hasta ideó el título de la revista Al-Motamid – fue Cesáreo Rodríguez Aguilera. Figura destacada en el mundo de la judicatura, catedrático de Ciencias Políticas, crítico de arte, que ha fallecido en Barcelona,, donde residía, recientemente, el pasado 11 de noviembre de 2006. A este ilustre magistrado me dirigí y conservo su amable respuesta, manuscrita también, fechada en Barcelona, el 6 de enero de 1993: recogeré de la misma los párrafos más significativos en relación con el tema que nos ocupa:
“Viví 4 años en Marruecos – del 42 al 46 – y allí conocí a Trina Mercader. La forma en que el hecho ocurrió la acabo de resumir en un texto “Memoria cultural” que me ha encargado una revista, en la que aparecerá el año que viene o el siguiente .”(1)
“Mis textos literarios marroquíes no los tengo recopilados. Algunos poemas están en mi “Antología breve”, de Plaza-Janés, hoy agotada. Recientemente López Gorgé ha incluido uno de ellos en su obra “Marruecos en la poesía española contemporánea”, Ediciones A. Ubago, 1990.”
“Con Trina Mercader mantuve una buena relación amistosa durante mis años de residencia en Marruecos. Después sólo coincidí con ella en el Congreso de Poesía de Salamanca, en los años 50. Estoy a su disposición para darle los datos que me solicite y mantenga mi memoria. Si viniera por Barcelona la cosa resultaría fácil.”
Estos testimonios adquieren un valor especial indudablemente y deseo rendir homenaje de gratitud a sus autores. Su generosidad me ha animado a proseguir esta tarea de dar a conocer ese mundo tan personal que nos refieren.
Recordaremos los párrafos que Rodríguez-Aguilera dedicó a Trina en aquella “Memoria” a la que se refería en su carta:
“Con el pseudónimo de “Al-Motamid” firmo algunos artículos y relatos en publicaciones locales, que me relacionan con cuantos, españoles o no, tienen allí las mismas inclinaciones. Un día descubro en Larache a una tímida muchacha que me entrega unos deliciosos poemas en prosa, “que no ha enseñado a nadie”. Sin advertirla, hago que uno de ellos aparezca en la sección literaria de una publicación local, firmado con el pseudónimo de “Tìmida”. La sorpresa produjo el efecto que me había propuesto. A partir de entonces reiteró sus publicaciones. Tras mi regreso a la península, el proyecto de lanzar en común una revista de poesía (muy frecuentes en aquella época), en la que pudieran encontrarse españoles y marroquíes, acabó siendo la revista “Al-Motamid”, de Trina Mercader, en la que apenas pude colaborar”.
Recordaremos a propósito el testimonio del gran poeta Rafael Guillén (www.rafaelguillen.com) que me escribía desde Granada el 8 de enero de 1993:
”En efecto, tal como le ha dicho Jacinto, gocé de la amistad de Trina Mercader desde que se vino a vivir a Granada hasta su muerte, si bien en los últimos años su retiro voluntario, dedicado al cuidado de su madre, la tenía totalmente aislada”.
“Trina alcanzó una altura en su poesía, depurada y ascética, que aún no se le ha reconocido. Sabía conjugar su profunda espiritualidad y sentido religioso de la vida con una extrema sensibilidad en el contacto con la naturaleza, en su relación con las cosas materiales y en su entorno afectivo. Profesaba la humildad conscientemente, como tratando de ocultar una valía y un brillo del que se sabía poseedora. Y en la expresión poética de sus afanes y sentimientos, trabajaba la palabra con dedicación y maestría”.
“Cuando en este final de siglo gran parte de la poesía se ha degradado por falta de valores humanos en su contenido y por dejadez y vulgaridad en su expresión, es un consuelo y un deleite releer la obra de Trina Mercader y sentir el orgullo de haber gozado de su amistad que, desde la perspectiva de su muerte, vemos que nunca pudimos llegar a corresponder lo bastante”.
¿Quíén era ´Abd-El-Káder El Mokaddam?
Decía Trina Mercader entre sus recuerdos de la experiencia de convivencia cultural en Marruecos que había significado la revista Al-Motamid (junto a la colección de libros “Itimad” aneja a la revista)(2):
“El proyecto se lleva a cabo con una pobreza de medios que contrasta con la ambición que lo mueve. La empresa era original, sin antecedentes. Conocíamos a un solo poeta musulmán marroquí, Abdel-Káder El Mokaddam, residente en Tánger, al que ofrecimos las páginas centrales como muestra de preferencia por lo árabe...”.
Y efectivamente fue así: el primer número de Al-Motamid. Verso y Prosa , publicado en Larache en marzo de 1947, incluía el poema “Las gotas de rocío” que según se señalaba pertenecía al libro inédito Visiones(o fulgores) de la esperanza (Lamahat al-amal). El poema se publicaba en Las dos lenguas, árabe (metro jafif) y español recogiendo la versión castellana del propio autor.
LAS GOTAS DE ROCÍO
El sol se pone detrás de las ramas,
Después de un breve momento de divina paz!
La oscuridad lo ha cubierto todo
Y los paisajes han ido esfumándose a los ojos...
¡Es ahora cuando vuelven los seres que huyeron del peligro de la muerte!
¡Las gotas de rocío caen, leves, sobre los jardines,
enlazándose lentamente a las ramas!
¡Son como perlas sobre el seno de las bellas que cautivan corazones!
¡La brisa suave arrastra
perfume de jardines hacia todo corazón entristecido!
* * *
¡La aurora llega con dulces esperanzas
y el jardín sonríe, descubriendo su belleza hasta el éxtasis!
* * *
Como lágrimas de unos ojos, resbalan lentamente las gotas de rocío sobre los pétalos!
Y esta alegría aumenta la pasión de los pájaros, haciéndoles cantar maravillosas canciones.
¡Se acercan los rayos del sol!
¡Ya pintan con su color los más bellos matices!
¡Pero abrasadas, se deshacen
aquellas gotas que coronaban los jazmines!
¡Cómo se desvanecen las almas del rocío, hacia su origen, en el impetuoso aire del jardín!
Ya en el número 4 del mismo año (Junio, 1947) se publican dos nuevos poemas de nuestro autor: “Un viaje por el cielo (en la noche profunda)” y “Las flores olvidadas (paisajes de abril)” del diván Ashlá wa asdá (“Trozos y ecos”):
Del mismo año y en el número 7, del mes de septiembre, encontramos el poema “La luna (en la soledad de la noche)” también en las dos lenguas. En este mismo número figura el poema “El ancho mundo”, en árabe con versión castellana de su autor: otro poeta casi desconocido para nosotros: Idris El Yá`i.
En octubre del mismo año, es decir en el número siguiente, el 8, de 1947, figura otro poema del ya citado poemario “Trozos y ecos”, titulado “Diálogo con el amor”, siempre en versión bilingüe . Podemos leer asimismo el poema de Idris El Yá`i: “Salutación fervorosa los poetas de Madrid” (Tahiyya ´atifiyya li-shu´ará Madrid).
En estos años se mantenía la colaboración de Driss Diuri, compañero de trabajo de Trina, como eficaz traductor del árabe pero, cosa que nos parece extraña, no siempre aparecía su nombre en la relación de los colaboradores de la revista. En el consejo de dirección figuraría su nombre en el número 12, febrero de 1948, junto a Jacinto López Gorgé, Pío Gómez Nisa, Eladio Sos y Juan Guerrero Zamora.
En este número que hemos citado, 12, de febrero de 1948, encontramos el poema “Quejas de una choza”, en las dos lenguas. Se cita, además, que pertenecía al diván de próxima aparición: Lamahat al-amal , al que nos referiremos después.
Se trata del número 13, marzo de 1948: encontramos el poema del mismo ´Abdelkader El Mokaddam titulado “Noche triste” (Layl ka`ib..!), traducido, según se señala al final, por “el Grupo de Traductores de la Revista”. Y ya en la última página dedicada a dar “Noticias” y reseñas breves podemos leer, en español y en árabe, las líneas siguientes:
“Nuestro joven poeta marroquí Abd-el-kader El Mokaddam ha publicado su primer libro de versos Visiones de la esperanza , editado en Tetuán, (3) Lamentamos la falta de versión castellana del mismo, ya que Mokaddam cuenta con numerosos lectores en la Península, que siguen sus bellos poemas a través de AL-MOTAMID”.
Seguimos repasando los números de la revista para encontrar más noticias de este poco conocido escritor: y será tiempo después, en el número 16 de la revista (1949) – ya no figura el consejo de redacción (problemas que surgirían por aquellos días y que se explican en la obra de Sonia Fernández Hoyos) pero se dan los nombres del “grupo traductor de árabe” y que integraban Dris Diuri y Ahmed Tadlaui – donde encontramos otros versos de Mokaddam bajo el título de “La flor de los sueños (del mar de la vida)”, de nuevo en ambas lenguas .
La buena relación que mantenía nuestro poeta con la revista y en especial con su directora, Trina Mercader, se aprecia en los números siguientes: así en el correspondiente a julio de 1949 (es decir el número 18) conocemos la reunión de los poetas en el mes de mayo durante las fiestas que se celebraron con motivo de la boda de “S.A.I. el Jalifa. Asistieron los poetas Pío Gómez Nisa y Jacinto López Gorgé en representación de la Revista “Manantial”; Trina Mercader, Abdelkader Mokadddam y Eladio Sos como grupo de AL-MOTAMID y los poetas de Tetuán Nayib Abumalham, Ibrahim el Ilgui, Vicente Recio y Manuel García Sañudo...”.
Uno de los aspectos más interesantes del libro que hemos podido conocer gracias a la amabilidad de su autora, Sonia Fernández Hoyos, es el apéndice documental donde encontramos fotografías preciosas y, entre ellas, las que reflejan la reunión que se celebró en Tetuán y que acabamos de comentar. Así podemos conocer a nuestro autor junto a algunos de los poetas citados.
Quizá entonces leyera Mokaddam el poema titulado “La reina dela primavera”, fechado el 15 de mayo de 1949, que viene también en las dos lenguas en el número 19, noviembre de 1949, En este número se publica además el texto, con traducción al español, del gran erudito que fue ´Abd Allah Guennún en respuesta a la encuesta titulada “En busca de la joven poesía de Marruecos”. Se titula: “¿Está la poesía en decadencia?” y en el mismo refiere la visita que le hicieron la propia Trina con su amiga Antonia Coslado para hablar de la poesía y otros temas literarios. En la reunión, dice Guennún, les acompañaba el poeta Abdelkader el-Mokaddam...
Otros poemas de Mokaddam aparecerían en los siguientes números de la revista: “El pájaro constructor (de lo que ocurre en la vida)”, en el número 20 (abril, 1950); “La Pascua”, en el número 23(junio, 1951), que finaliza con este verso:
“¡Que viva nuestro Jalifa, porque su amor para con su pueblo es como un bálsamo extendido sobre las muchedumbres!
Y, por último, el titulado “Ramillete” en el número 33, correspondiente a los meses de enero-marzo de 1956: es decir en el último número de la revista, cuando ya se publicaba en Tetuán. En esta ocasión sólo figura la versión española, cosa excepcional pues anteriormente, como ya señalamos, siempre se publicaban los versos de Mokaddam en las dos lenguas.
No podemos olvidar este hecho, es decir el cambio que supuso el traslado de Trina a Tetuán donde ya se publicaron los siguientes números de la revista a partir del mes de marzo de 1953. Precisamente en el número 26 de la misma, fechado en agosto de aquel año aparece la entrañable “Carta marroquí” de Vicente Aleixandre. En la misma se plasmaban los recuerdos de nuestro gran poeta tras su reciente visita a varias ciudades marroquíes: Tánger, Xáuen y Tetuán.
Recordaremos algunos párrafos de aquel texto inolvidable por los datos que nos ofrece:
“¿Se acuerda usted? Íbamos conversando. A mi me gustaba oír el habla arábiga, a veces suave, a veces de algarabía fresca, a veces de apenas murmullo. Ahmad Al-Bakkali y Jacinto, uno a cada lado mío, me iban diciendo (...)Uno propuso que nos sentáramos antes, y me acuerdo que así lo hicimos (...)Quizá fue aquella hora, amiga mía, lo que hoy es el mejor recuerdo de Marruecos. Alrededor de aquel tablero, recién salidos de la ciudad pura musulmana, estaban el poeta Mohamed Sabbag; a su lado Ramón Valdés, el incipiente lírico español marroquí; a continuación el poeta de Arcila, Ahmad Al-Bakkali (...)a mi lado; Miguel Fernández o Francisco Salgueiro, o su espíritu evocado, podían haberle hablado a Abdelkáder Al-Mokaddam, el poeta que por la mañana, tímido y con un halo de silencio, se me había acercado en Tánger traído por la mano de usted (...).
Aquellas palabras de Aleixandre – el mejor recuerdo, decía, que se llevaría de Marruecos - venían a confirmar el espíritu que alentaba a Trina y a su revista AL-MOTAMID: “veía yo las cabezas de los poetas musulmanes y de los poetas hispanomarroquíes que fraternizaban y se comunicaban, como la misma poesía de cada uno se comunica con el fraterno corazón de los hombres a quienes se dirige”
Por lo demás tan sólo nos queda añadir las noticias extraídas de la misma revista y que se referían a los recitales de Manuel Pinillos en Radio Zaragoza (julio y diciembre de 1949) titulados “Presencia y promesa de Marruecos” y “Puerta de África, ojos de Europa” y “En busca de una poesía marroquí” en los que se leyeron poemas de Mokaddam, Ibrahim El Ilgui y otros autores relacionados con las revistas AL-MOTAMID y MANANTIAL.
En el número 21 (julio de 1950) aparece asimismo la noticia de la conferencia pronunciada por el poeta Jose Mª Rodríguez Méndez en el Seminario de Literatura “Juan Boscán” del Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona sobre “La poesía hispanomarroquí actual”. En la misma se leyeron poemas de Trina Marcader, de Ibrahim El Ilgui, de Idris El Yai y de nuestro Abdelkáder El Mokaddam.
RECUERDOS PERSONALES
En noviembre de 1978 escribi a Abdelkader El Mokaddam, a la dirección de Radio Tánger que me había facilitado el conocido poeta de Cháuen ´Abdelkarim Tabbal. Recuerdo sus atentas respuestas de finales de aquel año (su dirección postal era: 3, Calle Descartes, en Tánger) en las que se refería al trabajo sobre Vicente Aleixandre que estaba estudiando entonces, cuando trabajábamos en el antiguo Instituto Hispano-Árabe de Cultura.(4)
Se excusaba por haber tardado en contestar a mi carta y me hablaba de un reciente viaje a Barcelona, para participar en el congreso islámico allí celebrado. “Me permito recordarle que puesto que se trata de tan gran hombre como es Aleixandre insista sobre su persona humana y su obra que aporta al hombre...En otro sentido está la cuestión humana presentada en un bello cuadro poético...Podría usted contactar también con el Sr. Mohamed El Bouanani en la Radiodifusión Televisión Marroquí en Rabat”, decía en su carta. Me pedía, para finalizar, la dirección de “nuestras amigas comunes las poetisas Antonia Coslado Arévalo y Trina Mercader fundadoras de AL-MOTAMID con mi participación”. Es todo lo que recuerdo de nuestra comunicación. ¿Recibiría Trina la carta de su antiguo amigo (acaso con nostalgia, la que parecería apropiada al recuperar las noticias de un antiguo amigo y colaborador)?
TRINA MERCADER Y LOS POETAS MARROQUÍES
Otro aspecto de la obra de Sonia Fernández Hoyos que desearíamos ampliar es la colaboración de Trina Mercader con los poetas marroquíes. Recordamos especialmente la actividad de los traductores que se encargaron de las páginas árabes de la revista Al-Motamid. Dris Diuri, sobre el que tratamos en nuestra comunicación titulada “Dris Diuri y la revista “Al-Motamid” (Trina Mercader). Una aventura utópica” presentada en las Jornadas de la Asociación “Larache en el Mundo”, que dirige nuestro amigo Sergio Barce, en agosto de 2006, en Larache, (www.laracheenelmundo.com, La Gaceta Informativa de Larache, Número 5, Noviembre 2006, págs. 4-7)(5).
Mohammad Sabbag del que Trina publicaría El árbol de fuego en Tetuán, 1954, primer libro de la colección “Itimad” aneja a la revista. La versión al español era del propio autor y de Trina Mercader. Llevaba unas palabras de presentación de Vicente Aleixandre e incluía algún poema como el titulado “Ira de Dios” que había aparecido en la revista Caracola, número 22, agosto de 1954 en traducción de ´Abdel Latif Jatib y Trina Mercader. (6)
Es sabido que Trina Mercader contó con la colaboración de otros conocidos escritores, figuras destacadas del hispanismo marroquí, que se encargaron de la parte árabe de su revista: Mohammed Ibn Ázzuz Hakim y Amina Al-Luh serían los nombres más recordados. Ahora quisiéramos referirnos a otro poeta marroquí: Ahmad Tribaq Al-Yadri que tuvo la amabilidad de contestar a nuestra carta en la que le solicitábamos noticias del ya citado ´Abdelqáder Al-Muqaddam.
Su respuesta se publicó en el número 1 de la revista mensual Rawafid, Tetuán, febrero de 2006, p. 25 con el título siguiente: “Hamilu liwá al-taydid fi shamal al-Magrib. 1-Al-shá`ir al-mu´tazil ´Abd al-Qádir al-Muqaddim” (Los portadores de la bandera de la renovación en el norte de Marruecos. 1- El poeta retirado (o aislado)....) que ha sido traducido al español por mi buen amigo Mohammed Anakar.
Y se refería entre otras cosas, tras disculparse por el retraso en contestar a mi carta por haber estado enfermo, al movimiento de renovación de la poesía marroquí, al que perteneció Mokaddam – tal como era conocido su nombre – desde los años 40: cuando publicó su poemario “Los fulgores de la esperanza” en 1948, tal como dijimos más arri- ba. Entonces publicó en revistas marroquíes como Da´wat al-Haqq y Risalat al-Magrib, y periódicos, como Al-Mithaq. Trabajó en la Escuela Islámica y privada (Madrasa al-islamiyya al-hurra) de ´Abdallah Guennún, en la Alcazaba tangerina. Luego pasaría al campo de la información radiofónica. “Durante la década de los setenta se le podía ver caminando apresuradamente, tras abandonar su trabajo en la emisora, para dirgirse algunas veces a la librería Alfarabi donde indagaba por el nuevo número de la serie “La Pequeña Enciclopedia” que se vendía por menos de medio dirham. Luego se pasaba a saludar a su amigo Mohammed ´Allal al-Sinhayi, el dueño de la librería antes de regresar a su casa, en el camino de Ibn Al-Hayzam...Tuve la ocasión de visitarle en varias ocasiones y así pude comprender los motivos de su aislamiento y las circunstancias de su retiro. Pensé en rescatar algunos poemas que me mostró dudando de que pensara en guardarlos después de oirle decir: “Todo es vano. Aquellos poemas son absurdos, de arriba abajo”, así juzgaba su legado poético. Algunas tardes pasaba por su casa y deploraba verle en tal situación, en su hermetismo y en su orgullosa postura...Le veía otras veces caminando para dirigirse a la mezquita Buhut, cercana a su casa. ¡Qué le vamos a hacer! La injusta vejez termina con nuestros poetas y les cubre el olvido, lo mismo pasó con su colega ´Abdelmalik Al-Bilguiti, otro poeta de aquellos mismos años (autor del “Ramo de poesía”, de 1947) ¡Que Dios bendiga a los poetas olvidados!”. Y terminaba con palabras de agradecimiento por el recuerdo que le había dedicado.
(1) Se refiere a la conocida revista ANTHROPOS, de 1994, que publicó un monográfico dedicado a recoger los datos principales de su biografía, titulado: Cesáreo Rodríguez-Aguilera. Legitimación humana de la Moral y el Derecho. Poesía y Arte como expresión de la luz más oscura. Existe además la Fundación Cesáreo Rodríguez –Aguilera que depende de la Universidad de Jaén (www.ujaen.es/serv/vicext/fundacion_cesareo.html). Jacinto López Gorgé recogió efectivamente uno de sus poemas, el titulado “Sájara”, de su poemario Sáhara de la vida (1948) en su antología Marruecos en la poesía española contemporánea, publicada en Granada, en la colección Ibermagrib, en 1990.
(2) Revista de Información de la Comisión Nacional Española de Cooperación con la UNESCO, nº 25, enero-marzo 1981.
(3) En la parte árabe dice que se había publicado por la editorial Al-Mahdiyya de Tetuán. No hemos podido consultar este libro que por la fecha de su publicación será de difícil localización.
(4) “Vicente Aleixandre en el mundo árabe” se publicaría en las Actas del Primer Congreso Hispano-Africano de las culturas mediterráneas “Fernando de los Ríos Urruti”(11 al 16 de junio de 1984), vol. II, tituladas España y el norte de África. Bases históricas de una relación fundamental (Aportaciones sobre Melilla), dirigidas por Manuel Olmedo Jiménez.
(5) Mohamed Chakor y Sergio Macías: Literatura marroquí en lengua castellana. Prólogo de Alfonso de la Serna. Madrid, 1996, págs. 41-44. Esta obra ha sido criticada por excesiva, pero en mi opinión tiene muchos aspectos positivos que merecen resaltarse, como es el hecho de recuperar la obra y los méritos de muchos hispanistas marroquíes que eran escasamente conocidos. Y eso es lo importante.
De Chakor asimismo es otra obra colectiva: Encuentros literarios: Marruecos-España-Iberoamérica. Madrid, CantArabia, 1987. En este volumen, de la colección Almoradú, nº 2, colaboran Sergio Macías, Jacinto López Gorgé (“Dos revistas hispanomarroquíes”, en la que se refiere muy detalladamente a la revista y a Trina Mercader en concreto con revelaciones personales que merecen ser leídas), Luis Jiménez Martos y Miguel Bayón.
(6) El texto original de El árbol de fuego (Shayarat al-nar) se publicó en Tetuán un año después, es decir en 1955. Incluía las palabras de presentación de Aleixandre, traducidas al árabe lógicamente y un retrato de Sabbag dibujado por la propia Trina. La versión al español obtuvo una mención honorífica del premio “Escultor José María Palma”. Pedro Martínez Montávez incluyó el poema “El loco” de este poemario de Sabbag (con un comentario en el que recogía las palabras de José Ángel Valente en su reseña de la revista Índice , Septiembre de 1955,, y citaba las obras de Sabbag publicadas hasta entonces: Aroma ardiente (Al-´abir al-multahib) Tetuán, 1953, con prólogo de Bulus Salama; Aliento herido (Al-luhat al-yarih), 1955; Ver el comentario de Mohammed Chakor en el semanario MARRUECOS de 13 de septiembre de 1976, pág. 11.
Mohammed Sabbag ha publicado después varios libros. Recordaremos también su colaboración con Leonor Martínez en la traducción de El rumor de los párpados del gran escritor libanés Mija`il Un´ayma que aparecería en Madrid, en 1956, en la colección “Adonais” .
Aitor L. Larrabide, que trabaja en el Centro de Estudios de Miguel Hernández de Orihuela (Alicante) mea ha facilitado algunas referencias que no conocía: así, por ejemplo, la reseña de María de Gracia Ifach, que también colaboró en las páginas de Al-Motamid, titulada: “La poesía en Marruecos: Trina Mercader y su revista “Al-Motamid”, publicada en el diario valenciano Las Provincias (falta la fecha); y de la sección literaria (Noticiario) de E. A. J. 21 Radio Melilla (“Los números 5 y 6 de la revista “Al-Motamid”).
Recientemente he conocido otros aspectos de la vida de Trina – su amistad con las compañeras del Ayuntamiento: Petra, Conchita y Natividad, gracias a Ángela (“Angi”) Ramírez Gutiérrez, nacida en Larache, que conserva los recuerdos de su hermana Natividad o María, gran mujer, según me dice, fallecida recientemente, y que ha tenido la amabilidad de comunicármelos a través de mi querida amiga Lola López Enamorado en un texto muy emotivo titulado “Historia de una romántica mujer” .