sábado, 5 de abril de 2008

Kristian Bala: nexos entre la literatura y el asesinato

Musa Ammar Majad

















Publicado en:
Letralia
Año XII • Nº 173
Kristian Bala: nexos entre la literatura y el asesinato
Musa Ammar Majad

Escritor (Venezuela, padre palestino y madre colombiana)
Musa Ammar Majad nació en Tariba, Estado Táchira, Venezuela, en 1977. Es Licenciado en Letras, con Mención en Historia del Arte, graduado Summa Cum Laude por la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. También posee estudios en literatura por la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.

Krystian Bala, nombre literario, si los hay, es un nombre perjudicial para un sospechoso de asesinato. Es un nombre que denuncia, que juzga y condena, independientemente de que el condenado sea o no inocente.
Hablemos del juicio por el que, una “ingenua” novela, Amok, hizo transitar a su creador. Y es que a Bala, autor del libro, lo juzgaron, en fecha muy reciente, por asesinato.
Pensar en la película Nido de cuervos es inevitable al momento de hablar de Bala, un escritor de bestsellers, acusado en su natal Polonia por un asesinato ocurrido hace siete años, no esclarecido por la policía y que él, no obstante, describe a la perfección en uno de sus libros. En Amok, Bala trata de un empresario que es torturado y luego asesinado.
El autor asegura que se inspiró en el asesinato de Dariusz Janiszewski, dueño de una agencia de publicidad, cuyo cadáver mutilado apareció, sumergido en el río Oder, en diciembre de 2000 en la ciudad de Wroclaw (cerca de la frontera con Alemania), crimen que la policía polaca no pudo resolver.
Se sabe que una llamada anónima realizada a la policía en el año 2005 sugiere a ésta que dirija su atención a la novela Amok, publicada tres años después del crimen. La policía encontró tantas similitudes entre el texto y el crimen que terminaron por arrestar al escritor. Y es que en Amok se traza un escenario que sólo la policía o el asesino podían conocer. Por ejemplo, el cuerpo de Dariusz Janiszewski fue atado de tal manera que incluso el más mínimo movimiento hacía que se apretase la cuerda que tenía alrededor del cuello, asfixiándolo cada vez más.
Amok, título del libro, es la palabra clave. En las lenguas centroeuropeas se usa la palabra amok para referirse a una furia homicida ciega. Escrito con letras irregulares en la portada del libro, el título acompaña a la imagen de un macho cabrío, que evoca ciertas reminiscencias satánicas probablemente efectivas en su cualidad referencial en la católica Polonia.
Las pruebas, más que circunstanciales, señalan que Bala había estado en Corea e Indonesia en la misma época en que se enviaron, desde esas mismas geografías, ciertos correos electrónicos, a la redacción de una televisión polaca, que hablaban del crimen catalogándolo como “perfecto”; que cuatro días después de la desaparición de Dariusz Janiszewski, el teléfono que portaba éste apareció en una subasta de Internet y lo puso a la venta un tal Chris B., nombre que se corresponde con el del escritor y que, según sus propias palabras, primero, lo encontró en una cafetería y, después y luego de retractarse de lo anterior, lo compró en una tienda de objetos usados; que la víctima era amigo, quizá amante, de su ex mujer; que el día en que murió, Janiszewski recibió una llamada desde el mismo teléfono utilizado para llamar a la madre de Bala; que la ex esposa de Bala declaró en el juicio que, tras el divorcio, éste se mostró agresivo ante sus amigos y conocidos, entre ellos Dariusz Janiszewski; que el corresponsal en Varsovia de un diario alemán cita, de fuentes policiales, que Bala aceptó la prueba del polígrafo y que la máquina dice que mentía.
A lo anterior se unen los detalles de su personalidad. El asesino de Amok es un intelectual aburrido y Bala, que se ganaba la vida escribiendo sobre sus viajes y fotografiando fondos marinos, se presentaba a sí mismo como filósofo. La grafomanía y la petulancia comprobadas del escritor pusieron nuevas pistas en su contra. Bala se jactaba de controlar sus emociones hasta neutralizarlas, hecho por lo cual, al parecer, aceptó someterse a la prueba del polígrafo. El fiscal Robert Kowalczyk descubrió que al autor le molestaba ser menospreciado pero le gustaba despreciar a otros, por lo que ese complejo de superioridad, según los investigadores, lo indujo a describir el asesinato.
Bala argumenta que toda la información de aquel suceso la sacó de las páginas de los periódicos.
Imposible no recordar a Edgar Allan Poe y su desarrollo literario de un crimen real, a cuyos datos accedió, según él mismo explica, a través de las notas periodísticas. También, en julio de 1841, apareció en el río Hudson, en Nueva Jersey, el cadáver de una joven morena. Se trataba de Mary Rogers, quien acababa de cumplir los veintiún años. El cadáver tenía las manos atadas a la espalda. Se sabe que la joven, luego de ser violada, había sido estrangulada con un trozo de encaje, al parecer rasgado de su propio vestido. La policía de Nueva York y Nueva Jersey trabajaron seria y prolongadamente sin resultados positivos y, finalmente, cerraron el caso. Más tarde, a los dieciocho meses de la muerte de Mary Rogers, el ya casi olvidado suceso cobró de nuevo vida.
Y es que estaba llamado a pasar a la inmortalidad literaria (el tiempo dirá si con la novela de Bala sucede lo mismo) con la publicación de la famosa novela policíaca El misterio de Mary Rogers, que apareció por vez primera en forma de episodios en la revista Snowden’s Ladies Companion. El autor, Edgar Allan Poe, seguía minuciosamente los hechos del caso, aunque había trasladado la acción a París y cambiado únicamente los nombres y direcciones de las personas implicadas.
Como con Bala, hay quienes aseguran que el asesino real de Mary Rogers fue el mismo Poe, quien, según dicen, el 3 de octubre de 1838, se dirigió a la tabaquería de Anderson y anduvo rondando a la joven. La fecha es importante, afirman: coincide aproximadamente con los días de la primera desaparición de Mary Rogers. No obstante, a Krystian Bala lo condenaron a veinticinco años de prisión. El móvil, según el juez, fueron los celos.
La escritura y los asesinatos han estado indisolublemente ligados. Pensemos en Conan Doyle, quien, según el escritor y psicólogo Rodger Garrick-Steele, fue amante de la esposa de Bertram Fletcher Robinson, abogado, periodista y su amigo personal. Y es que a Fletcher Robinson, Garrick-Steele lo cree víctima de Conan Doyle, al asegurar que éste, convertido en el amante de su esposa, no tuvo reparo a la hora de inducir a esta dama al envenenamiento de su marido, el verdadero autor (y en este punto al delito de asesinato se suma el de plagio), siempre según Garrick-Steele, de El perro de los Baskerville.
Pensemos en Trotsky, asesinado el 20 de agosto de 1940 por el estalinista español Ramón Mercader, el cual, según el criminólogo mexicano Alfonso Quiroz Cuarón, tenía nexos profundos con el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, quien también, meses antes, había atentado contra la vida de Trotsky.
Pensemos en William S. Burroughs, quien estaba viviendo a comienzos de los años cincuenta en Ciudad de México. Un día, bastante ebrio, tuvo la ocurrencia de jugar a “Guillermo Tell” con su mujer, Joan Vollmer. No se sabe si le colocó una manzana en la cabeza, pero sí que allí apuntó y disparó, causándole la muerte. El autor de Yonqui siempre la consideró una muerte “accidental” y algunos investigadores forenses también aceptaron esa versión.
Pensemos en Louis Althusser, quien también mató a su mujer, Helene, estrangulándola en 1980, y también salió más o menos impune: los expertos psiquiatras dictaminaron que había cometido el crimen en un “estado de locura” y eludió el proceso penal y, en consecuencia, la cárcel.
Pensemos en Thomas de Quincey, quien trató en su obra más célebre al asesinato como una de las bellas artes.

lunes, 31 de marzo de 2008

La historia de la limpieza étnica de Palestina


La historia de la limpieza étnica oculta por la guerra de 1948


El historiador Ilan Pappé


desvela la destrucción sistemática


de los pueblos palestinos por Israel
Familias enteras de refugiados palestinos huyen el 4 de noviembre de 1948 desde lo que ya es el norte de Israel con destino hacia Líbano. - AP
PÚBLICO.ES - Madrid - 28/03/2008 21:25
Fragmento de La limpieza étnica de Palestina.
Autor: Ilan Pappé. Editorial: Crítica. Páginas: 414



Los editores del diario de Ben Gurion se sorprendieron al descubrir que entre el 1 de abril y el 15 de mayo de 1948, el líder de la comuni­dad judía de Palestina parecía descuidar el aspecto militar de los acontecimientos.



En lugar de inquietarse por ello, se mostraba mucho más preocu­pado por la política interna sionista y estaba dedicado de lleno a cues­tiones de organización como la transformación de los cuerpos de la Diáspora en organismos del nuevo Estado de Israel. Su diario, resul­ta evidente, no revela ninguna sensación de temor por la catástrofe inminente o el "segundo Holocausto" que con emoción proclamaba en sus apariciones públicas.


Entre quienes pertenecían a sus círculos íntimos, hablaba con un lenguaje diferente. Así, a comienzos de abril, presentó con orgullo a los miembros de su partido, el Mapai, los nombres de las aldeas ára­bes que las tropas judías habían ocupado recientemente. Y el día 6 del mismo mes le encontramos reprendiendo a los miembros con ten­dencias socialistas de la ejecutiva del Histadrut que cuestionaron el acierto de atacar a los campesinos en lugar de confrontar a sus patronos. Ocasión en la que dijo a una de las principales figuras de la organiza­ción sindical: "No estoy de acuerdo con usted en que nos enfrentamos a efendis y no a campesinos: ¡nuestros enemigos son los campesinos ára­bes!


Su diario, de hecho, contrasta radicalmente con el miedo que sembraba entre quienes le oían en reuniones públicas y, por consi­guiente, con la memoria colectiva de los israelíes. Sugiere que para entonces se había dado cuenta de que Palestina ya estaba en sus ma­nos. Con todo, tampoco estaba excesivamente confiado, y no se unió a las celebraciones del 15 de mayo de 1948, consciente de la enormidad de la tarea que tenía por delante: limpiar Palestina y asegurarse de que los árabes no pudieran obstaculizar la toma del país por parte de los judíos.


Al igual que la Consultoría, temía el resultado de los aconteci­mientos en lugares en los que existía un obvio desequilibrio entre los asentamientos judíos aislados y un potencial ejército árabe, como era el caso de ciertas zonas remotas de Galilea y el Néguev, así como de algunas partes de Jerusalén. No obstante, tanto Ben Gurion como sus colaboradores más cercanos entendían perfectamente bien que estas desventajas locales no alteraban el cuadro general: la capacidad de las fuerzas judías para tomar, incluso antes de que los británicos hubie­ran abandonado el país, muchas de las áreas que la Resolución de Partición de la ONU había asignado al Estado judío. En este contex­to, "tomar" significaba sólo una cosa: la expulsión, masiva, de los pa­lestinos de sus hogares, negocios y tierras, tanto en las ciudades como en las áreas rurales.




Poder sobre el terreno




Ben Gurion quizá no se haya regocijado con las masas judías que bailaron en las calles el día que el Mandato británico llego oficial­mente a su fin, pero sabía muy bien que las fuerzas militares judías ya habían empezado a mostrar su poder sobre el terreno. Cuando se ac­tivó el Plan Dalet, la Haganá contaba con más de 50.000 efecti­vos a su disposición, la mitad de los cuales habían sido entrenados por los británicos durante la Segunda Guerra Mundial. Había llegado la hora de poner en marcha el plan.


La estrategia sionista de construir asentamientos aislados en medio de zonas árabes densamente pobladas, aprobada retroactivamente por las autoridades del Mandato británico, se reveló una desventaja en épocas de tensión. La llegada de suministros y tropas a estos pues­tos remotos no siempre estaba garantizada, y una vez el país estuvo en llamas, la carretera para acceder a Jerusalén por el oeste, que pasaba por numerosas aldeas palestinas, resultó particularmente difícil de proteger, lo que creó entre la pequeña población judía de la ciudad una sensación de asedio. Los judíos de Jerusalén también eran un motivo de preocupación para los líderes sionistas por una razón dife­rente: éstos pertenecían en su mayoría a las comunidades ortodoxa y mizrahi (oriental), cuyas aspiraciones y compromiso con el sionismo eran bastante tenuese incluso cuestionables.


Por tanto, la primera zona que se eligió para poner en marcha el Plan Dalet fue la de las al­deas rurales de las laderas occidentales de las montañas de Jerusalén, a medio camino a lo largo de la carretera hacia Tel Aviv. Ésta fue la Operación Najsón, que serviría de modelo para campañas futuras: las expulsiones súbitas y masivas que empleó demostrarían ser el medio más eficaz de conservar los asentamientos judíos aislados o desblo­quear las rutas amenazadas por el enemigo, como la queconducía a Jerusalén.


A todas las brigadas asignadas a la operación se les pidió que se prepararan para pasar a Mazav Dalet, Estado D, es decir, que se alista­ran para implementar las órdenes del Plan D. "Pasaréis a Estado Dalet, para una implementación operativa del Plan Dalet", fue lo primero que se les dijo a las unidades. Y luego, "las aldeas que vais a capturar, lim­piar o destruir se decidirán consultando con vuestros asesores en asun­tos árabes y los oficiales de inteligencia".


A juzgar por el resultado fi­nal de esta fase, a saber, la desarrollada entre abril y mayo de 1948, el consejo de éstos fue que no se perdonara a ni una sola aldea. Mientras que el Plan Dalet oficial daba a las aldeas la opción de rendirse, las ór­denes operacionales no eximían a ninguna aldea bajo ningún concepto. Con esto, el programa detallado se convirtió en la orden militar de em­pezar la destrucción de las aldeas. Las fechas se programaron de acuer­do con la geografía: la brigada Alexandroni, que se encargaría de asaltar la costa con sus decenas de aldeas, y que sólo dejaría detrás dos de ellas, recibió sus órdenes hacia finales de abril; las instrucciones de limpiar el oriente de Galilea llegaron al cuartel general de la brigada Golani el 6 de mayo de 1948, y al día siguiente se ordenó la limpieza de la primera aldea de su "área", Shajara.




Destrucción de aldeas




Las unidades del Palmaj recibieron sus órdenes para la Opera­ción Najsón desde el primer día de abril de 1948. La noche anterior, la Consultoría se había reunido en la residencia de Ben Gurion para dar término a las directivas que recibirían las unidades. Sus órdenes fueron claras: "El principal objetivo de la operación es la destrucción de aldeas árabes ... [y] la expulsión de los aldeanos para que se con­viertan en un lastre económico paralas fuerzas árabes". La Operación Najsón también fue una novedad en otros aspec­tos. Fue la primera operación en la que todas las distintas organiza­ciones militares judías se esforzaron por actuar de forma conjunta como un único Ejército (con lo que se proporcionó una base a las fu­turas Fuerzas de Defensa de Israel). Y fue la primera operación en la que los veteranos judíos de Europa oriental, que dominaban el mun­dillo militar, se incorporaron a una campaña junto a otros grupos ét­nicos como los recién llegados del mundo árabe y de la Europa poste­rior al Holocausto. El comandante de un batallón que participó en esta operación, Uri Ben Ari, menciona en sus memorias que "mezclar a los judíos de la diáspora" era una de las metas importantes de Najsón. Ben Ari era un joven judío alemán que había llegado a Palestina pocos años antes. Su unidad realizó sus preparativos finales para Najsón en la costa del Mediterráneo, cerca de Hadera. Él se recuerda comparándose a los generales rusos que pelearon contra los nazis en la segunda guerra mundial. Los "nazis" en su caso eran un enorme número de campesi­nos palestinos indefensos que vivían en aldeas cercanas a la carretera que unía Jaffa con Jerusalén y los grupos paramilitares de Abd al Qa­dir al Husayni que habían acudido en su rescate.


Las unidades de Al Husayni habían estado disparando al azar contra el tráfico judío en esta ruta como represalia por ataques anteriores, y habían matado y herido a varios pasajeros. Pero los aldeanos, como ocurría por todas partes en Palestina, sólo estaban intentando continuar con su vida normal, sin conocer la imagen demonizada que Ben Ari y sus cama­radas les atribuían.


Al cabo de unos pocos días, la mayoría de ellos se­rían expulsados para siempre de las casas y campos en los que ellos y sus ancestros habían vivido y trabajado durante siglos. Los grupos pa­ramilitares palestinos a órdenes de Abd al Qadir al Husayni opusie­ron más resistencia de la que esperaba el batallón de Ben Ari, lo que hizo que la operación Najsón no avanzara inicialmente según lo pla­neado. Pese a ello, para el 9 de abril la campañaestaba terminada. (...)




Deir Yassin


La naturaleza sistemática del Plan Dalet resulta patente en el caso de Deir Yassin, una aldea pastoril y cordial que había llegado a un pacto de no agresión con la Haganá de Jerusalén, pero que estaba condena­da a desaparecer por encontrarse dentro del área que el Plan Dalet or­denaba limpiar. En vista del acuerdo que había firmado con la aldea, la Haganá decidió enviar allí tropas del Irgún y de la banda de Stern y librarse así de toda responsabilidad oficial en lo ocurrido. En poste­riores operaciones de limpieza de aldeas "amigas" ni siquiera se con­sideraría necesario emplear este ardid.


El 9 de abril de 1948, tropas judías ocuparon la aldea de Deir Yassin. Ésta se encontraba en una colina al oeste de Jerusalén, a 800 metros sobre el nivel del mar y cerca del barrio judío de Givat Shaul. La vieja escuela de la aldea funciona en la actualidad como un hospital psiquiátrico para el barrio judío que se extendió so­brelos restos del poblado.


Al irrumpir en la aldea, los soldados judíos rociaron las casas con fuego de ametralladora, lo que mató a muchos de sus habitantes. Después de eso, se reunió a los demás aldeanos y se los asesinó a san­gre fría, los cadáveres fueron maltratados y cierto número de mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas.


Fahim Zaydan, que tenía doce años en esa época, recuerda cómo vio asesinar a su familia delante de sus ojos: "Nos llevaron uno detrás de otro; dispararon a un anciano y cuando una de sus hijas gritó, le dispararon a ella también. Luego llamaron a mi hermano Muhammad, y le dispararon enfrente de nosotros, y cuando mi madre, que llevaba a mi hermana Hudra en sus brazos, pues todavía estaba amamantando, se arrojó sobre él llorando, también le dispara­ron".


Los soldados también le dispararon a Zaydan. Lo habían puesto, junto con otros niños, en fila contra una pared que rociaron con balas, "sólo para divertirse", antes de marcharse. Tuvo suerte de sobrevivir a sus heridas. Investigaciones recientes han reducido el número aceptado de víctimas de la masacre de Deir Yassin de 170 a 93. Como es obvio, aparte de las víctimas de la masacre propiamente dicha, hubo decenas de campesinos que murieron en el combate, y que por tanto no fueron incluidos en la lista oficial de víctimas. Sin embargo, en vista de que las fuerzas judías consideraban cualquier al­dea palestina como una base militar enemiga, la distinción entre las personas masacradas y las muertas "en batalla" era tenue.


Basta ente­rarse de que entre los asesinados en Deir Yassin había treinta bebés para entender por qué todo el ejercicio "cuantitativo" (no muy distin­to del que los israelíes realizaron en una fecha tan cercana como abril de 2002 a propósito de la masacre de Jenin) es irrelevante. En su mo­mento, los líderes judíos anunciaron con orgullo un elevado número de víctimas en Deir Yassin para hacer de la aldea el epicentro de la ca­tástrofe: una advertencia a todos los palestinos de que un destino simi­lar les aguardaba si se negaban a abandonar sus hogares y marcharse.

Ilan Pappé: Una figura emblemática de los nuevos historiadores
1. Huyendo de los nazis
Los padres de Ilan Pappé huyeron de Alemania durante la persecución nazi y se establecieron en Haifa, donde nació el historiador en 1954. En la Universidad de Haifa ha hecho su carrera académica hasta convertirse en la figura emblemática de los llamados‘nuevos historiadores’.
2. Cuestionar la versión oficial
Los nuevos historiadores, que en su conjunto han publicado una decena de libros en los últimos años, se caracterizan por cuestionar la versión sionista de la historia y reevaluar los datos que poco a poco van saliendode los archivos.
3. Ostracismo
Pappé ha pagado su osadía con el ostracismo del mundo académico israelí. Sus opiniones y trabajo académico le han ganado muchos enemigos, por lo que decidió abandonar Israel en 2007, sin que se sepa si su exilio es definitivo o temporal. En la actualidad da clases en el departamento de Historia de la Universidad británica de Exeter.