miércoles, 28 de abril de 2010

El presente como un punto decisivo en la historia.Musa Ammar Majad

Musa Ammar Majad
Musa Ammar Majad, hijo de padre palestino y madre colombiana, nació en Táriba (estado Táchira, Venezuela) en 1977. Es Licenciado en Letras, con Mención en Historia del Arte, graduado Summa Cum Laude por la Universidad de Los Andes (Mérida, Venezuela). También posee estudios en literatura por la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina).
El presente como un punto decisivo en la historia.
Reflexiones a partir de un artículo de Barry Buzan

http://www.letralia.com/229/ensayo01.htm
Musa Ammar Majad
El presente como un punto decisivo en la historia
Reflexiones a partir de un artículo de Barry Buzan

Musa Ammar Majad

Barry Buzan, profesor de estudios internacionales en la Universidad de Westminster y director de proyectos del Instituto de Investigación por la Paz de Copenhague, nos presenta, en su artículo “The present as a historic turning point” (1995), un resumen de acontecimientos diversos sucedidos a lo largo del siglo XX para señalar, palabras más, palabras menos, nuestro carácter como “punto decisivo en la historia”.
Podemos preguntar: ¿qué historia? ¿Qué punto decisivo? ¿Por qué nosotros? Las respuestas no son menos interesantes.
Desglosemos.
Desde 1914 a 1989 tenemos acontecimientos e inclinaciones ideológicas como la Primera Guerra Mundial, el comunismo, la Revolución Rusa, el fascismo militarista en Italia, Alemania y Japón, la gran depresión económica en el mundo, la conflagración de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
Sabemos que la Guerra Fría fue el “enfrentamiento” que tuvo lugar durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS y la caída del comunismo que se dio entre 1989 (Caída del Muro de Berlín) y 1991 (golpe de estado en la URSS), entre los bloques occidental-capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista, liderado por la Unión Soviética. Este enfrentamiento tuvo lugar en todos los niveles: político, ideológico, económico, tecnológico, militar e informativo. Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que se denominó al conflicto “Guerra Fría”. Estas dos potencias se limitaron a actuar como “ejes” influyentes de poder en el contexto internacional y a la cooperación económica y militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques contra los del otro. Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos comprometidos, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. ¿La razón? No otra que implantar su modelo de gobierno en todo el planeta.
Por ello es que Buzan enfatiza que la “manera más fácil de entender esta era, y particularmente su final, es verla como una tercera guerra mundial”, aunque, aclara, “la Guerra Fría no implica largas escalas peleando entre sus principales antagonistas” (1995).
“Seguridad” es, por ende, la palabra clave. Así, y en otra parte, Buzan señala que el concepto de seguridad fue adquiriendo mayor complejidad y tiene principalmente las características de multidimensionalidad y de globalidad. Es por ello que se pueden distinguir cinco dimensiones para definir a la seguridad; ellas son la militar, la política, la económica, la social y la medioambiental. Ninguna de éstas opera de manera aislada con respecto a las otras. Por ello se puede considerar que “en lo militar, seguridad se refiere a las capacidades ofensivas y defensivas de los estados y a las percepciones de los estados sobre las intenciones de otros. Seguridad política se refiere a la organización de los estados, sistemas de gobierno e ideologías que dan legitimidad a otros estados. Seguridad económica tiene que ver con el acceso a recursos, finanzas y mercados necesarios para sostener niveles de bienestar a la población y estabilidad de los estados. Seguridad del sistema social se refiere a la capacidad de la sociedad de mantener los elementos de identidad cultural, de lenguaje, religiosas y de identidad nacional, adecuados a patrones socialmente aceptados. Y seguridad ambiental es entendida como aquella que permite que los otros sistemas se apoyen” (Pardo, 1999, p. 10).
Estas distinciones son relevantes pues se concatenan, siempre según Buzan, con distintas eras de dominación occidental, tales como:
Siglo XVI: la destrucción de las civilizaciones inca y azteca en América.
Siglo XVII: la consolidación del control europeo sobre el comercio de transporte asiático, la colonización de América, la ocupación de Siberia por los rusos, y el triunfo territorial del estado soberano como la forma básica de organización política europea.
Siglo XVIII: el envío de masas de esclavos de África a América y los principios de las revoluciones nacionalistas e industriales.
Siglo XIX: la apertura de Japón y China por fuerzas militares, las migraciones de masas de europeos a América, África, Siberia y Australia, la conquista de África y la penetración del Oriente Medio, el florecimiento de diversos nacionalismos, la revolución industrial y el comienzo del uso de principios de comercio libre en las relaciones internacionales y económicas.
Entonces, siglo XX: las guerras mundiales y esa “tercera” guerra mundial que fue la Guerra Fría. A todas luces aparece un hecho evidente, el cual no es otro que la batalla de las ideas, de las ideologías, de las tendencias. Esta confrontación centenaria entre distintos actores e inclinaciones del pensamiento arroja, para Buzan, ganadores y perdedores. Resulta bastante interesante simplificarlos. Los perdedores son el monarquismo absolutista, los Imperios, el fascismo, el comunismo. Los ganadores son la prevención de la guerra entre los grandes poderes, lo económico, la determinación nacional, la ciencia y la tecnología como valores sociales, el estado territorial.
Particularmente, y ya asumiendo una postura crítica respecto a Buzan, podemos afirmar que, si bien la desintegración de la Unión Soviética implicó el fin de la estructura bipolar del sistema internacional (alterando las dinámicas regionales en el noreste de Asia, por ejemplo), unido a la apertura de China, lo anterior significó la supresión de la amenaza comunista y su reemplazo por un deseo compartido de mantener la estabilidad regional. No obstante, hoy en día, según lo podemos ver a diario en los medios de comunicación, noticias locales y/o internacionales, ya tan acostumbrados por las guerras en Kuwait, Irak, Afganistán, Yugoslavia, el Norte de África, entre otras, asistimos día a día a la participación protagónica de uno de esos “triunfadores” descritos por Buzan: la prevención de la guerra.
Es curioso que en un mundo donde las relaciones internacionales exigen como dinámica la prevención de los conflictos armados, éstos estén a la orden del día y en cualquier parte.
Pensemos. La prevención del conflicto armado o violento se ha constituido en una creciente preocupación de la comunidad internacional, dando lugar, en años recientes, a una serie de iniciativas y acciones por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organizaciones regionales, estados y organismos internacionales, y redes y organizaciones de la sociedad civil. Aunque la prevención de conflictos armados en el mundo remite a la existencia misma de la ONU, el desarrollo del conflicto de la Guerra Fría, en el marco de la división del mundo en bloques ideológicos encolumnados detrás de potencias con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, la competencia política, económica y militar imperante y los enfrentamientos a través de estados-clientes, dificultaron el despliegue de acciones tendientes a su implementación. Sin embargo, la finalización del conflicto de la Guerra Fría dio oportunidad a la ONU para su creciente involucramiento en la prevención y resolución de conflictos armados o violentos, en un ámbito no restringido a los conflictos entre estados. La erupción del conflicto armado en la ex Yugoslavia, con las dramáticas consecuencias desencadenadas en Bosnia (1992-1995), y especialmente el genocidio producido en Ruanda, donde un número de entre 500.000 y 800.000 seres humanos fue exterminado en el lapso de tres meses, puso ante la conciencia moral de la humanidad y ante la ONU la necesidad de profundizar la capacidad de impulsar acciones orientadas a prevenir el conflicto armado o violento. En este contexto, tuvieron lugar una profundización de la acción y, al mismo tiempo, un desarrollo conceptual en materia de prevención del conflicto armado o violento. Este desarrollo, inicialmente promovido por la ONU, se extendió a organizaciones regionales, y a los estados, y progresivamente fue involucrando a otros actores, como la sociedad civil y el sector privado. Ante este panorama y este juego de actores y de acciones podemos preguntarnos entonces si de verdad se está previniendo el desarrollo de conflictos armados, de pequeñas o grandes guerras, de masacres y exterminios.
Ante tantas conceptualizaciones sólo una cosa es segura: sólo el tiempo lo dirá.

Referencias bibliohemerográficas
Buzan, Barry (1995). “The present as a historic turning point”, en Journal of Peace Research, vol. 30, Nº 4, pp. 385-390, Londres.
Pardo, Rafael. “Los nuevos elementos de seguridad para América Latina”, ponencia presentada en el Foro sobre Seguridad Hemisférica convocado por la Comisión de Seguridad Hemisférica de la Organización de Estados Americanos en Washington, DC, 19 y 29 de abril de 1999. La definición de seguridad que utiliza el autor proviene de Barry Buzan: “New patterns of Global Security” in International Affairs, Vol. 67, Nº 3, pp. 431-451.
Serbin, Andrés (coord.) (2007). Paz, conflicto y sociedad civil en América Latina y el Caribe. Buenos Aires: Icaria.