Cualquier similitud con personas, instituciones y hechos de la vida real, no es ninguna coincidencia, es una pobre descripción de ellos, puesto que los hechos reales superan a la imaginación.
Zenón dijo: "ya me lo esperaba, este país es un jabón", recordó Imelda. Eso lo dijo cuando nos llegó la noticia. Quién lo hubiese creído. Nadie, pero nadie, se hubiera imaginado semejante cosa de Adalberto. Un muchacho apacible, estudioso, nada mujeriego, apenas tuvo una enamorada a la que dejó no sé por qué razones. Pamela dijo que por otra chica. No sé, pero nadie pensaba de él. Yo misma, no creo hasta ahora.
Ya todo estaba listo. Imelda no podía precisar si era la primera, la tercera o la quinta vez. Revisó sus anotaciones, su lista para viajes. La maleta pequeña, el neceser, las cartas, el dinero, el pasaje, la cartera, el queque. Zenón estaba callado. Imelda prefería ahora que hablara aunque le hiciera doler la cabeza con sus temas raros, su silencio era más doloroso. "Febeí" miraba con tristeza, clavando su mirada en el silencio. Imelda estuvo a punto de llorar, pero se contuvo. Podía contener sus lágrimas delante de Zenón, de su hija y de cualquier persona, pero no delante de su hermana. Yo soy la columna de esta casa, soy el hombre, soy la mujer, soy todo, se decía. Yo tengo que hacerlo todo, yo tengo que cocinar, y tengo que trabajar, yo tengo que velar por la casa, yo tengo que reclamar, porque Zenón no puede. Si no estuviera enfermo sería otra cosa. Como en sus tiempos. Me ha dejado toda la carga. Y ahora tengo que ser la más fuerte de la casa. Antes me hubiera tocado llorar, pero ahora no. Una actúa de acuerdo al puesto que ocupa, y si yo no me comporto a la altura de mi posición, esta casa se va a pique. El cepillo, el monedero. Imelda había llorado en casa de Mildred. Bien, le dijo ella, tú tienes que ser la que debe moverse en esto, tu marido, con lo enfermo que está no puede hacer nada. Nada, repitió Imelda, suspirando con infinita resignación. Es verdad, prosiguió después al recordar esa charla, y por eso el pobre debe estar sufriendo mucho más; él, que siempre protestaba por las injusticias y le gustaba reclamar y defender a la gente que se veía afectada por alguna arbitrariedad, por algún abuso. La edad mata, y mucho más su mal. Ahora parece que con su propio silencio se estuviera carcomiendo el alma y sus entrañas. De nada vale que yo sea benemérito y jubilado, había dicho, y después de haber servido a la patria casi toda mi vida. De nada, repitió con amarga convicción. Fue idea suya la de meter un papelito escrito en la masa cruda. Imelda dudaba si fue el primer, segundo o cuarto queque que horneó. Todo transcurre para la nada, dijo Zenón. Tanto esfuerzo, tanto tiempo de sacrificio ¿para qué? El estado no reconoce ni recompensa servicios en la verdadera magnitud de nuestra entrega. Siempre ha sido así. Siempre. ¿De qué me quejo? Y se hundió nuevamente en el silencio. Pasta dental, jabón, toalla y la ropa de Adalberto, un pantalón, una camisa, un juego de ropa interior, una chompa. Mildred le había dicho: necesitas ahora más que nunca de toda tu fuerza. Imelda lloraba. Cuando estaba con Mildred lloraba como una niña. Lloraba en cualquier parte, donde nadie la viese. Sólo Mildred había visto sus lágrimas.
"Febeí" miraba la puerta. No sé si espera el rato que ha de entrar Adalberto o el rato que he de salir yo, pensó Imelda. El animal parecía sentir también la atmósfera grumosa y gris de la casa. Pamela es la única que ha podido asimilar la ausencia de Adalberto, es que todavía es una chiquilla, se dijo Imelda; aquí están sus dulces. Pamela había comprado una bolsa de dulces para que Imelda le entregara, en su nombre, a su hermano. Tienes que ir donde el subsecretario del Ministerio del Interior, le dijo Mildred a Imelda, y también andá donde Jorge Ramírez, es amigo mío, le dices que eres mi hermana, él es muy bueno, trabaja en el Ministerio de Defensa, te puede ayudar, anda allí, aquí y allá, a tal y cual parte, búscale a fulano y mengano, tienes que decir que tu esposo es benemérito, que tu hijo ha sido siempre el mejor alumno de la escuela y del colegio, que tiene premios y diplomas. Llevá por sí acaso sus diplomas. Háblale también a Juan Balderrama, es nuestro pariente por parte de madre. Su padre es primo de nuestro abuelo. En estos casos hay que recurrir a todo el mundo, y ése está en buena posición y con muchas influencias. Le dices así y asá, como si yo no supiera qué debo decir, pensaba Imelda. ¿O tal vez en estas circunstancias una se embrutece sin darse cuenta? La verdad es que desde aquél día que supe la noticia, vivo atontada. Me avisaron y sentí como un golpe en el pecho. Imelda hizo un esfuerzo para reponerse y de inmediato preparó comida, café, alistó una frazada, compró cigarrillos. Se presentó en las oficinas de la Sección Política. No le permitieron verse con Adalberto, estaba en calidad de preso incomunicado. Por favor, pidió, ¿podrían al menos pasarle estas cosas? Sí, le respondieron, no hay inconveniente.
Solamente es comida, café y cigarros, dijo Imelda. Revisamos por rutina, señora, le respondieron, no se permite pasar notas, cartas, periódicos ni radios.
Zenón, en la casa, estaba entre furioso y apenado: lo de siempre, lo de siempre. Siempre fue igual. Ni siquiera es una repetición. La humanidad no se mueve, sigue igual que antes a pesar de los adelantos científicos y técnicos, a pesar de la existencia de más universidades y escuelas, a pesar de haber más pensadores. Sigue estancada. Su manera de ser, de obrar, de pensar, todo lo mismo de antes, de miles de años antes: ambición, poder, odio, amor. La humanidad es un punto pegado en el infinito. No va a ninguna parte. Está ahí y eso es todo.
Imelda, al día siguiente cocinó temprano y junto con Pamela se fue a la Sección Política llevando otro portaviandas. Señora, le dijeron, su hijo ha sido llevado a la capital. Preguntó Imelda, la misma pregunta que hizo el día anterior, cuáles eran los motivos, qué razones había para su detención, y ahora, cuáles para su traslado a la capital. No sabemos nada, le contestaron. Son órdenes superiores. Pero, ¿cómo es posible?, expresó Imelda. Ya le hemos dicho, señora. No sabemos nada. Son órdenes emanadas de las autoridades superiores. Nosotros no hacemos nada más que cumplir. Las órdenes son del Ministerio, allí tiene que averiguar. Había piedra tapando sus bocas. ¿Qué siempre ha hecho Adalberto?, se preguntó Imelda. Jamás le había notado ninguna actividad extraña a su vida estudiantil, ni tampoco le escuchó conversación alguna, ni siquiera una alusión, sobre política. Recordó su infancia.
De su pasado tenía un álbum voluminoso de fotografías desde que tenía un mes en el mundo. Y para su futuro abrió una libreta de ahorros, para resguardar su porvenir, para asegurar su existencia venidera, se decía.
Zenón, al enterarse de la nueva mala, el traslado de Adalberto, comentó: no conocemos las leyes del gobierno, son leyes que no pertenecen a los gobernados. No estamos facultados para conocerlas. Pamela tarareaba, como de costumbre, muy bajo. Imelda terminó su arreglo. Estaba todo listo: la ropa, la maleta, el queque. Desde entonces Pamela fue la cocinera oficial de la casa. Ella y Mildred estuvieron para despedir a Imelda en la terminal de flotas de transporte. Viajó de noche.
Después de comprar frutas y empanadas, Imelda se dirigió muy temprano al Ministerio del Interior, donde ingresó presentando su carnet de identidad. Expuesto el motivo de su presencia, los funcionarios buscaron unas listas y le dijeron: no, señora, no hay nadie de ese nombre en nuestras dependencias. Si lo trajeron del interior es posible que lo hayan llevado directamente a las celdas de la Sección Política y recién nos enviarán el parte y los antecedentes. Sí, sí, claro, puede ir allá.
En la Sección Política, nadie pudo o no quiso darle razones sobre el paradero de Adalberto. No lo conocemos y aquí no hay ningún universitario. ¿Del interior? Le han debido informar mal o debe haber una equivocación, pero aquí no está. O quizás lo remitieron al Panóptico, ¿averiguó allí? A veces por falta de campo o por razones especiales se los manda allí. Recordó a Mildred: seguramente tendrás muchos problemas, chocarás con mil dificultades. El camino no te será nada fácil. No te desanimes. Yo sé que tienes carácter, pero hay circunstancias que doblegan a los espíritus más templados. No decaigas. Recuerda que aún tienes una hija y un esposo que dependen de ti.
Llegó al Panóptico, esperanzada. Pero, para su pesar, tampoco se encontraba ahí. No, señora, no está aquí. No insista. No sabemos. Si estuviera aquí no tendríamos por qué negarle una entrevista, pero no está. Tiene que averiguar en el Ministerio. ¿No saben allá? No es culpa nuestra. Imelda sintió una terrible desazón. La carne de su carne le dolía mucho más que cualquier otro dolor físico y moral. ¿Dónde está Adalberto?, se preguntaba. Alguien tenía que saber, alguien debía conocer su paradero, su cárcel. No es posible, se decía en la calle, con lágrimas incontenibles, que una persona desaparezca así como así en una nación civilizada, en pleno siglo XX. Zenón había dicho: si Adalberto se ha metido en algún movimiento político, yo no sé por qué se ha metido. ¿Por qué no habló conmigo sobre estas cosas? Todo movimiento revolucionario es inútil. ¿De qué sirve? De nada. Antes de llegar a la mitad del camino se desvirtúa, se desvía, se estanca, se pierde. Y cuando uno se da cuenta estamos como al principio, no se ha hecho nada, no se avanzó ni un centímetro. Sacrificio inútil de unos cuantos o de muchos miles que luego quedan en el olvido.
Otra vez en el Ministerio, Imelda se preguntaba ¿cuántas veces? sin poderse responder a sí misma. ¿En cuántas oportunidades subió esas gradas? ¿Diez, veinte, treinta? Llegó a saber que en los sótanos de aquel edificio existían calabozos y pensaba si en ese momento no estaría su hijo unos metros debajo de ella celosamente vigilado. Solicitó audiencia, nuevamente. Esperó. ¿Cuántos cientos de horas tuvo que esperar, sentada en una silla o un sillón para entrevistarse con el subsecretario o con la más alta autoridad? Mucha gente esperando, pujando por hablar con el ministro, y cuando parecía que por fin le llegaría el turno, era la hora de cerrar las oficinas o algún personaje jerárquico entraba sin anunciarse, sin espera, para quedarse una eternidad. Otras veces el ministro salía llamado por el presidente o con alguna misión que decía de gran importancia, o simplemente no acudía a su despacho todo el día. No faltó quien, rememoró Imelda, la mujer de un fabril preso, me aconsejara: por sí acaso ¿por qué no viaja a Viacha y a Achocalla. Allí también hay presos políticos. También dicen que hay un lugar llamado Chonchocoro que está en pleno altiplano.
Del paquete de frutas, empanadas, queque y la bolsa de dulce, sólo quedó esta última. Me embarqué en un colectivo rumbo a Viacha, una hora de viaje. Y lo mismo: no estaba Adalberto. Me dijeron que Chonchocoro estaba a siete u ocho kilómetros de camino a pie. Por mala suerte las movilidades pasaban por ahí sólo día por medio y justamente, como yo no sabía, estaba en el día que no tocaba. Entonces me fui caminando por el altiplano toda esa distancia. Mi cansancio hubiese desaparecido si me decían que Adalberto estaba ahí, pero nada. Con la mayor pena tuve que desandar toda esa distancia. Llegué casi muerta a la ciudad. Al día siguiente viajé a Achocalla, dos horas en colectivo, también en vano.
Imelda no pudo entrevistarse con el ministro, pero sí con el subsecretario, quien le dijo fríamente: es seguro que debe haber alguna confusión. Su hijo debe estar aún en su tierra natal. Como usted misma lo ha comprobado, señora, su hijo no está aquí. Su nombre no figura en ninguna de nuestras listas. Regrese a su ciudad, allí no más debe estar.
En el retorno, la angustia se convirtió en sangre que circulaba por sus venas, convirtiéndose en carne su dolor. Pamela lloró, aunque luego canturreara una canción. Mildred derramó lágrimas en silencio. Zenón dijo: vivimos en círculos. Existe una íntima concatenación en los sucesos de un tiempo atrás con los de ahora, es como si un punto de la historia se hubiese detenido infinitamente, ese punto es una identidad, y es, o está, cada vez, ayer, hoy y mañana. Lo que quiere decir que un acontecimiento, en cada vuelta del círculo histórico, vuelve a acontecer el mismo acontecimiento.
Los funcionarios de la Sección Política local le dijeron a Imelda y Mildred: ¿no está en La Paz? ¡Qué raro! Pero, lo que es aquí, no está. Si quieren les hacemos ver las celdas. No está. Esa misma noche del día de su apresamiento, los detectives comisionados del Ministerio se lo llevaron. Eran órdenes del Supremo Gobierno. Nos dijeron que lo llevaban a La Paz. Quizás lo hayan dejado en depósito en Cochabamba u Oruro. Por ahí debe estar entonces.
Mañana viajaré a Cochabamba, le dijo Imelda a Zenón, de ahí pasaré a Oruro. Y se acostó tratando de quitarse el cansancio que la aplastaba. Esa noche Imelda soñó. Soñó que sufría hambre, que sentía un dolor en sus carnes debido a ciertas tormentas que la azotaban en cada amanecer, que había muchos inviernos acumulados en sus huesos y que sus células se confundían con el cemento y el hierro, transminándolas. Sentía lluvias heladas remojando su cuerpo desnudo, truenos y relámpagos estallando en su piel. Sus noches estaban cuajadas de miedo y espanto y rogaba que llegue el alba que jamás llegaba. Palpaba en la oscuridad el polvo al que, muchas veces, se creyó convertida. Un río de vientos de fuego y de hielo recorrió su ser despertándola. No durmió el resto de la noche, repitiéndose a sí misma que ese sueño no era nada más que el producto de su estado anímico y de su imaginación pesimista. Hacía esfuerzos para pensar que Adalberto estaba bien en algún lugar, que lo estaban tratando con las consideraciones debidas a todo ser humano, con el respeto necesario al semejante que, para mayor razón, eran hermanos por el suelo, por la Patria que los vio nacer, hermano por la sangre de la raza, hermanos por Adán y Eva, y finalmente, hermanos por el amor de Dios, pero la oscuridad de la habitación le hizo dudar. Prendió la luz del velador.
Mildred le dijo: haz otro queque para llevarle a Adalberto, es una manera de no perder la confianza, el optimismo. El optimismo le ayuda a tu espíritu y a tu organismo, además ayuda para que las cosas salgan bien.
Otra vez la ceremonia de las horas previas al viaje. El queque, la maleta, la ropa. Zenón, en su sillón, silencioso. Pamela controlando el horno. "Febeí" echado, mirando ese cuadro gris; en el espacio descendiendo esa masa de silencio gelatinoso. Imelda, nerviosa, presentía la existencia de un grito, dentro la habitación, dentro el silencio mismo que le agujereaba los tímpanos, un grito que... "Febeí" movió la cabeza para mirar la puerta. Zenón rompió ese agobiante silencio y dijo: una revolución es como una flecha puesta en movimiento, lanzada al aire, todos creen que llegará a algún sitio, pero no, falso. Está inmóvil. Puesto que si dividimos el tiempo y en cada instante la flecha ocupa un punto del espacio, la ocupación de ese punto determina que la flecha, en ese instante, esté sin movimiento. Por tanto, la revolución está ahí, estancada, sin ir a ninguna parte.
Imelda viajó a Cochabamba y de ahí a Oruro. En ninguna de esas ciudades le dieron noticia de Adalberto. De Oruro pasó a La Paz. Buscó a las personas que Mildred le había aconsejado para pedirles ayuda. En ello tardó tres días, porque no fue fácil encontrarlos debido a traslados domiciliarios, o salidas imprevistas, ausentamiento de la ciudad, pero de nada sirvió el encontrarlos: a los que estamos trabajando en el gobierno, no se nos permite, se nos está prohibido asumir defensa o interceder por cualquier preso político, le dijo uno. Lo siento, yo quisiera ayudarte, pero tengo una imprenta grande y sería comprometerme si yo fuera tan siquiera a visitarlo a tu hijo, le dijo otro. Sin embargo, de algún otro modo trataré de ayudarlo. ¿Necesitas tal vez dinero?
Imelda decidió recorrer nuevamente los diferentes centros carcelarios. Por la ventanilla de la Sección Política, el agente le preguntó ¿cómo se llama su hijo? Adalberto Vega. A ver, a ver, sí, está aquí, dijo el agente en tanto miraba una hoja de papel. Imelda sintió que la sangre se le agolpaba en la cara. Una alegría avasalladora la inundó de modo torrencial. Desbordándose por todos los poros de su piel. ¿Pue-puedo verlo? Claro que sí, solamente tres minutos; ¿tiene orden de visita? ¿Orden de ...? no, no tengo; dónde se saca eso? En el Ministerio. Imelda tomó un taxi. Apúrese por favor. El tráfico, el embotellamiento de movilidades, el auto no podía correr. Bocinazos. Eran las 12. Cuando llegó, las oficinas estaban cerradas. El lunes, señora, le dijeron. Sintió otra vez esa terrible desazón. Tomó nuevamente un taxi y regresó al edificio de la Sección Política. ¿No es posible verlo de algún otro modo? Vio que otra gente entraba con esa orden para ver a sus parientes presos. Sáquenlo a Wilfredo Sánchez, de parte de su madre, gritó un agente. No, señora, no se puede. Pero al menos ¿podrían pasarle algunas cositas que traje para él? Sí, claro. Le pasamos. Imelda dijo: vuelvo en seguida, y fue a comprar sardinas, galletas, dos paquetes de diez cajetillas de cigarros, frutas al jugo, empanadas, leche enlatada, mantequilla, queso, pan, aceitunas, carnes frías, mermeladas, manzanas, plátanos, naranjas, trocantes, chorizos en lata. Todo esto y con los dulces de Pamela, el queque casi duro y la ropa de Adalberto, le fueron entregados al agente de la ventanilla. Imelda respiró más tranquila. Quedaba esperar la tarde restante y el día siguiente, domingo.
¿Para quién?, le preguntaron a Imelda que se había hecho presente en el Ministerio el lunes a primera hora para pedir una orden de visita. Para Adalberto Vega. ¿En donde se encuentra? En la Sección Política. Veamos, puesto "C", Vega, va, va, va, ve, aquí no hay ningún Vega. No es posible, exclamó alarmada Imelda. Recurrió al más alto funcionario, cuarto o quinto en jerarquía del Ministerio. Yo misma dejé el sábado alimentos para mi hijo. ¿A quién le dejó, señora? A un agente. ¿Cómo se llama? No sé cómo se llama, me atendió en la ventanilla, él me recibió incluso la ropa de... ¿Cómo se llama, dijo? No sé, ya se lo dije. Identifíquelo, señora, y nos avisa, porque en las listas no está el nombre de su hijo. No existe ningún parte de alta ni de baja a ese nombre. Ha debido sufrir una alucinación, un engaño mental, o tal vez ha sido un error o equivocación de la Sección Política.
Imelda corrió desesperada a la Sección Política. No señora, no hay ningún Adalberto Vega, universitario. ¿Y dónde está el agente que me atendió el sábado? ¿Qué agente? Uno moreno, flaco, de 30 a 35 años. ¿Cómo se llama? No sé, no sé, pero él me dijo que mi hijo estaba aquí y me recibió las bolsas con ropa y alimentos. Señora, tres agentes que el sábado estaban aquí les toco el turno para ser destinados al interior. Han de volver en doce días. Vuelva usted, lo reconoce al agente y le encara. Pero si él me dijo que... No señora, no está aquí.
Zenón dijo: todo el mundo dice que el futuro será hermoso, en el futuro viviremos mejor. El hombre será otro hombre, será distinto, será mejor, pero nadie se da cuenta que jamás alcanzaremos al futuro. No bien avanzamos diez o cien años, el futuro avanza también diez y cien años, y así jamás lo alcanzaremos. El futuro estará eternamente lejos. En conclusión, el hombre será siempre el mismo.
Otro viaje. El hacer un queque era como un rito de esperanza.
En las oficinas del Ministerio, Imelda podía espectar como en un teatro dramático cuadros de dolorosa impresión: mujeres que lloraban incontenibles, implorantes, hincándose algunas ante un funcionario cojo. Levántese, señora. No me venga a llorar aquí. Por qué no lo controló usted a su hijo: ahora hágase, pues, otro hijo. ¿Su esposo? Mejor se busca otro mejor. Levántese, señora, si no quiere que la encerremos a usted también. Ustedes también conspiran contra el gobierno, con sus llantos quieren dar una mala imagen de su gestión: Imelda aguantaba su ira y se hacía la promesa de no doblegar su carácter ni rebajarse hasta esos extremos de hacerse maltratar de ese modo. Cuando le tocó finalmente, hablar con el subsecretario, éste le dijo: la verdad es que no se sabe nada del universitario Adalberto Vega Estrada. Como no figura parte de alta ni de baja en ningún libro de los organismos de nuestra dependencia, es evidente que se le ha debido dejar en libertad a pocas horas de su detención una vez establecida su no participación en actos contrarios al Gobierno. Creemos de buena fe que su hijo se ha debido fugar con alguna muchacha y deben estar conviviendo ocultos. Ya aparecerá. No se preocupe tanto, más bien vaya a prepararle algo cuando regrese, por ejemplo una cunita. Aunque es usted todavía joven, ya podría ser abuela. Así es la juventud de hoy.
Imelda se enteró que Wilfredo Sánchez había salido en libertad, recordó el nombre. El tiene que haberle conocido a Adalberto. Sánchez. Lo buscó. Sánchez le dijo así: sí, señora, lo conocí a Adalberto Veguita, un simpático muchacho, muy bueno. Estuve con él unos quince días o más. Una noche, a las 12 lo sacaron. No sé donde lo llevarían. Nos trasladan de un lugar a otro. No sé donde pueda estar ahora. ¿La comida? Muy regular. No, no tenía frazada ni ropa que cambiarse. Llegó sin nada, nosotros tuvimos que prestarle. ¿Usted le envió alimentos y ropa? ¿Conservas, cigarros? No, señora, durante el tiempo que estuve con él no recibió nada, absolutamente. ¡Ah, sí, ahora recuerdo! Recibió una bolsa de dulces.
El queque, la maleta, Pamela canturreaba. Zenón dijo: La historia es toda una, no varía. Desde los supuestos albores de la humanidad existe la ambición del poder, la traición, el crimen. El Caín y la sangre de su hermano viven eternamente. Sólo han cambiado de ropas. Ocurre un crimen y la gente cree que es algo nuevo, o algo que se repite, y no se da cuenta que es el mismo crimen del año anterior, de una década, de un siglo, de una era anterior. Piensa que es una repetición, pero la verdad es que es el mismo crimen de antes. ¿Por qué creen que existen paralelos asombrosos? Porque el suceso es uno mismo dentro del transcurrir circular del tiempo.
Imelda, al adormilarse, durante el viaje, sintió un estremecimiento espasmódico, horriblemente intenso y desagradable. Se despabiló y pensó que el ómnibus se había metido de pronto en un bache o en un vacío de la carretera. Estuvo a punto de gritar. Miró hacia adelante el camino iluminado por los faroles y sintió la sensación de un gusto amargo, como si un líquido de ácidos y jugos fermentados le rascaran la boca del estómago. Procuró tranquilizarse tratando de conciliar el sueño. Pero le fue difícil lograrlo, sentía los barquinazos, el traqueteo del motor y veía imágenes sin ningún sentido, sin relación alguna. Una araña dejaba una hilera inconmensurable de huevos. Un camión, cuyo ruido concatenaba con el que tenía en sus oídos, caminando en un paraje de extrema oscuridad. Los huevos reventaban estallando en excrementos. El camión caminando para atrás arrollaba gallinas, patos, perros. Del medio de éstos surgió un pájaro, emprendió vuelo, alto muy alto, y de pronto el pájaro tuvo un resplandor y cayó. El impacto en el suelo hizo que Imelda sintiera un estremecimiento en el cuerpo que pareció dar volumen a un presagio. Aún luchó con todo el poder de su mente contra lo que un ignoto sentido le anunciaba, en forma de angustia inexplicable, en una sensación como si su carne se deshiciera lentamente, como si sus días por vivir se hubieran agolpado de pronto en su sangre convirtiéndose en minúsculos seres apurados en devorarle los nervios. Una especie de oscuridad se hizo piedra en su garganta. Imelda continuó haciendo esfuerzos para crear en todo su ser la convicción de que Adalberto estaba en algún lugar, preso quizás, oculto tal vez luego de una fuga, pero con el corazón palpitando para alegría de los suyos y de ella principalmente. Deseó para Adalberto una morada en la aurora, para que apareciera algún día con el sol. Pero, a pesar suyo, sentía que ya no era nada más que habitante de sus pensamientos.
Ya no pudo aguantar más, y delante de un funcionario del Ministerio, soltó su llanto: usted también debe tener hijos, hágalo por ellos, dígame dónde está mi hijo, por favor, se lo imploro.
Fueron muchos viajes los que Imelda realizó, y cualquier economía se resiente. Me queda el último paso, pensó, pagar. Ya no tengo dinero, pero tengo la libreta de ahorros de Adalberto. Como madre de Adalberto podía retirar los fondos luego de una breve gestión. Zenón le había llamado la atención por sus continuos viajes. Parece que lo del chico es sólo un pretexto para viajar otra vez, le dijo, el chico ya debe estar muerto. No, no, no lo está, gritó Imelda exasperada. Y no pudo contenerse. Claro, como tú, artrítico reumatoide, te mueves tanto para conseguir la libertad de mi hijo, no hay necesidad de que yo viaje. Te es más fácil que esté muerto.
Bien, doña Imelda, de acuerdo a nuestro convenio, debo informarle lo siguiente: he investigado el caso de su hijo, no existen muchos datos ni documentos. Los agentes de hace tres años, muchos han sido dados de baja, otros han sido destinados a ciudades del interior. En primer término quiero mostrarle el expediente que logré sacar, al amanecer debo dejarlo en su sitio. Mire, alguien escribió con rojo, con letras grandes OJO. Aquí están unos papelitos interesantes: en éste alguien denuncia a su hijo como miembro activo del E.L.N., personaje, dice, que ocupa un puesto clave en el alto comando y que actúa mimetizado como un inocuo estudiante que no interviene abiertamente en las asambleas, sino por debajo. Imelda abrió los ojos: déjeme ver. Observó el tipo de máquina, menuda, cursiva, con acentos grandes y con errores de espacio entre letra y letra. Era el mismo tipo de máquina de una carta que le había enviado la ex-enamorada de Adalberto, pidiéndole prestados ciertos libros y llamándolo mi AVE adorado.
Esta otra nota Imelda la reconoció. Era la misma que Zenón introdujo en la masa cruda de un queque.
Adalberto, hijo mío:
No sé si (tarjado) has hecho verdaderamente actividad política. Si son falaces las sospechas, ten paciencia. Tu madre se ha movilizado para lograr tu libertad y en poco tiempo te verás te verás (repetido) con nosotros. Algunas amistades y mi calidad de Benemérito de la Patria, harán que estés fuera muy pronto. Pero de ser verdad tu concomitancia, pórtate como un hombre digno que eres por la educación que te dimos. Pienso que tomaste un (tarjado) ideal justo, y en este caso, prefiero que te muerdas la lengua hasta cortártela antes que delates a tus compañeros o camaradas. Estaré, estoy orgulloso de ti.
Te abraza,tu padre
Por lo que pude averiguar, su hijo fue embarcado en un avión y arrojado posiblemente desde el aire al medio de una selva o del Titicaca. No sé quién habrá dado la orden.
El hombre cierra la puerta con el seguro. Imelda se sienta en una silla y abre la cartera. Saca varios fajos de billetes de cien. En el fondo, entre sus efectos personales, aún queda la libreta de ahorros.
—Usted es todavía joven, doña Imelda. Tuvo a su hijo a los 18 años, seguramente.—¿No le basta el dinero que le voy a dar? Puedo aumentarle.—Contrato es contrato. Yo cumplí.
Desde ese momento Imelda no habla. El hombre había esperado que se calmara su llanto. Lloró largamente. Se queda quieta. Quieta. El hombre se le acerca. Imelda cierra los ojos y se concentra en otro momento, en otro espacio.
Escuchaste ruidos de puertas que se abren. Un ligero temblor sacude tus fibras. Ha de ser entre las tres a cinco de la madrugada. Se abre la puerta de tu calabozo y una voz te ordena: alístese rápido. En realidad estás listo, pues no tienes maleta, ni un bulto, ni frazada, y dormías sin quitarte la ropa ni los calzados, encogido, doblado para enmarcarte en la mitad de una payasa rotosa deshaciéndose en paja y polvo, cubriéndote apenas con la otra mitad. Te levantas y estás listo. Te quitas algunas pajas. Salga, te ordena la voz. Te alisas el cabello con la mano y piensas en muchas cosas: un traslado o un nuevo interrogatorio con los tormentos acostumbrados de todas las madrugadas o quizás con alguna experiencia más dolorosa para lograr una confesión. Estás preparado. ¿Qué más puedes hablar si no sabes nada de las cosas que te preguntan? Estás seguro de que existe un malentendido, sin embargo ellos creen que te contradices, o que no quieres hablar lo que sabes y hablas otras cosas para despistarlos. Eso creen. Y no sabes si tú estás loco o ellos son los locos. Locos. Salen a la calle y te hacen abordar una vagoneta. Entonces desechas el interrogatorio y el traslado se hace evidente.
—¿Quiere que apague la luz? ¿No dice nada?
Pero un viaje en vagoneta a estas horas puede tener otros sesgos como el de que en un paraje alejado y solitario pueden aplicarte la "ley de la fuga". Por el rumbo que toma la vagoneta te das cuenta que el punto de llegada es el aeropuerto. En efecto, llegan y te ordenan subir a un avión. Puede tratarse entonces de un confinamiento o de un destierro. Estás confundido. Levantan vuelo. No sabes cuánto tiempo de vuelo ha transcurrido, pero en las actitudes, en la palabra de los que te custodian hay alusiones fáciles de captar su verdadero contenido y te das cuenta de tu espantoso destino. En este instante uno de los hombres, el hombre, te dice.
—Desvístase.
Y me desvisto lentamente, como autómata. Luego alguien dice: listo, este es el mejor lugar. Y no sé por qué un miedo terrible me invade y tiemblo. Yo que siempre me creí fuerte. Abren la portezuela y me dicen: ¡Salte! ¡Tírese, mierda! El viento silba, sopapea con fuerza, ensordece. Veo oscuridad, a lo lejos una débil luz del alba. En mi desesperación lucho, me aferro a cualquier cosa, me sujeto de la pierna de un hombre, del hombre. Transpiro frío. Me golpean hasta lograr que mis brazos se suelten... Son más fuertes, me dominan. Me domina, contrato es contrato, repite, yo cumplí. Grito al borde de la locura, me empujan con fuerza. Me empujan. El amanecer es mi tumba.
César Verdúguez Gómez, Bolivia © 2005
César Verdúguez Gómez nació en La Paz, Bolivia. Profesor, antologador, escritor de novelas, cuentos, fábulas y de una vasta obra didáctica. Presidió la Unión Nal. de Poetas de Cochabamba en 1995. Propició la 2da.Fundación del PEN-Bolivia (1995) del que fue primer presidente hasta 1998.
Ha ganado primeros premios en el género del cuento en tres ciudades bolivianas: Conc. Nal. de Cuento. Cté. Etnograf. y Folk. l969, Oruro. Conc. Nal. Cuento. Semanario Aquí. 1980, La Paz. Y Certamen Nal. de Literatura H. Alcaldía Municipal, 1992, Cochabamba.
Sus cuentos han sido traducidos al inglés, alemán, francés y croata. Sus cuentos figuran, además, en diferentes antologías bolivianas y extranjeras, en español.
Entre sus obras publicadas están: "Mirando al Pueblo" (cuentos), l966, Cochabamba. "Lejos de la Noche" (cuentos), l97l, Buenos Aires, Argentina. "Once" (cuentos), 1981, Cochabamba. "Un Gato Encerrado en la Noche" (cuentos), 1993, Cochabamba. " Las Babas de la Cárcel" (Novela), 1999, Cochabamba. "Las Serpentinas del Diablo" (cuentos), 2001-2002-2004, Cochabamba (3 edic.). "Antología de Cuentos de Espanto de Bolivia", 2002, Cochabamba. (3 edic.). "Fábulas", 2002, Cochabamba. "Rehúsa si te ofrecen morir en USA" (Cuentos), 2004, Cochabamba. "Antología de Antologías (Los mejores Cuentos de Bolivia)", 2004, Sta.Cruz. "Por nada en tus ojos (Los niños en los cuentos de CVG)", 2005, Cochabamba.
Lo que el autor nos dijo sobre el cuento:Tal vez este cuento pueda inscribirse en el historial de varias naciones latinoamericanas que han sufrido gobiernos dictatoriales y represores de sus pueblos, cambiando tan solo nombres y lugares. Es posible que las circunstancias se hayan repetido en varios puntos geográficos variando en algunos detalles pero dejando una misma estela de dolor y angustia.Este cuento lo escribí para un concurso del género, en el último año de la dictadura de Banzer. Y a pesar de los temores del editor, que me pidió mi parecer para publicarlo, y ante mi respuesta afirmativa y su decisión valiente lo lanzó al público. Por fortuna ya eran los últimos meses del gobierno tiránico que se caracterizó por tener sus cárceles políticas repletas de ciudadanos contrarios al régimen y las desapariciones a la orden del día. Fueron miles de esposas, hermanas y madres que preguntaban por sus seres queridos en las puertas de los centros carcelarios y cientos que nunca más volvieron a verlos. El cuento trata precisamente de una madre que busca a su hijo que fue preso, sin conocerse los motivos. Sufre una serie de vicisitudes hasta que llega a conocer la realidad de un final dramático que ella misma lo sufre.
Traducción al árabe
Para enviar un comentario sobre este cuento pulsar
Para ver lo que los lectores han dicho sobre este cuento pulsar
Regresar a la portada
هناك صرخة في صمتك
ثيسار بيردوغيث
بوليفيا
تذكرت إميلدا ماقاله ثينون : "هذا ما كنت أنتظر. إن هذا البلد صابون".. قال ذلك عندما وصله الخبر. لا يمكن لأحد أن يصدق ذلك. لا يمكن لأحد أن يتخيل ذلك عن أدالبيرطو.. شاب هادئ. مجد في دراسته، لم يكن "فاسقا". ماكانت لديه غير حبيبة واحدة، هجرها لأسباب مجهولة. قالت باميلا : هجرها بسبب فتاة أخرى، لاأدري. ولا أحد يعتقد ذلك. أنا نفسي لا أصدق..
كل شيء جاهز. لم تستطع إميلدا أن تتذكر أهي المرة الأولى، أم الثانية أم الخامسة، استعادت ملاحظاتها لائحة احتياجاتها للسفر، الحقيقة الصغيرة علبة الماكياج، الرسائل. النقود تذكرة السفر. المحفظة والكعك.
"ثينون" صامت. غير أن إميلدا تفضل أن يخرج من سكوته الآن حتى وأن أوجعها الرأس بموضوعاته الغريبة سكوته أشد إيجاعا، و"فيبي" ينظر بحزن. نظرته مسمرة في الصمت. كادت إميلدا أن تبكي، لكنها كبحث بكاءها. كانت تكبح دموعها أمام "ثينون" وأمام ابنتها باميلا، وأمام أي إنسان آخر. ولكنها لا تستطيع كبح دموعها أمام أختها، كانت تقول أنا عمود هذه الدار. أنا الرجل، أنا المرأة، أنا كل شيء علي أن أقوم بكل شيء، علي أن أطبخ وأنا أقوم بأشغال المنزل، علي أن أسهر على هذا البيت، وعلي أن أطلب ... لأن "ثينون" لا يقدر. لولا مرضه لكان "شيئا" آخر. ترك كل العبء علي، وعلي الآن أن أكون الأقدر في هذه الدار، لا حق لي في البكاء. ولا تصرف وفق الدور والموقع الذي صرت فيه وإلا فإن هذه الدار ستهوي وستغرق، الماسحة، محفظة النقود .. إميلدا بكت في منزل أختها ميلدريد. قالت لها، حسنا، يجب عليك أن "تتحركي" بشأن هذه القضية، زوجك مريض غير قادر على شيء، غير قادر على شيء كررت إميلدا وتنهدت في صبر، حقيقة –تابعت كلامها – لذلك اعتقد أن المسكين يتعذب أكثر، كان يحتج ضد الظلم ويدافع عن كل من طاله ظلم أو تعسف. إن التقدم في العمر يهلك، وما يحمله من علل يهلك أكثر. يبدو الآن في صمته وكأنه ينخر روحه وأحشاءه. ماذا أفادني عملي في الحرس المدني، وها أنا متقاعد الآن – هكذا كان يقول – بعد أن خدم الدولة كل حياته تقريبا. لا شيء كرر بقناعة مرة، تلك كانت فكرته، حين وضع ورقة مكتوبة في عجين الكعك. ارتابت إميلدا أكان ذلك في الكعك الثاني أم الرابع، قال ثينون : من أجل ماذا كل هذا الجهد وكل هذا الزمن الضائع من التضحيات؟ إن الدولة لا تعترف ولا تجازي بقدر جسامة تفانينا في خدمتها. هذا ما يحصل دائما. دائما، ما أشتكي؟ وغرق من جديد في صمته.. معجون الأسنان، الصابون، المنديل، ملابس أد البيرطو. وبنطلون، قميص بثياب داخلية.. قالت لها ميلدريد، إنك الآن بحاجة أكثر من أي وقت مضى إلى كل طاقتك، بكت إميلدا مع أختها ميلدريد، تبكي كطفلة، تبكي في كل مكان حيث لا يراها أحد. ميلدريد وحدها التي رأت دموعها.
فيبي ينظر إلى الباب، لا أدري هل ينتظر لحظة دخول "ادا لبيرطو" أم لحظة خروجي، كأن هذا الحيوان يحس بالجو الرمادي الخاثر في هذه الدار. باميلا الوحيدة التي ألفت غياب "أدا لبيرطو". مازالت صغيرة، قالت إميلدا : "هذه حلوياتها. باميلا اشترت كيسا من الحلوى لتحملها إميلدا إلى أخيها" قالت لها "ميلدريد" : اذهبي إلى نائب كاتب الدولة في الداخلية. وإلى خوسي راميريث. إنه صديقي، قولي له : إنك أختي، إنه رجل طيب، يعمل في وزارة الدفاع، يستطيع مساعدتك، اذهبي إلى هنا وهنالك.
ابحثي عن فلان وفلان. قولي لهم أن زوجك عمل في الحرس المدني. وابنك كان أفضل تلميذ في المدرسة والثانوية. حظي بجوائز، ونال شهادات... احملي الشهادات. من يدري، ابحثي عن خوان بلد يراما، إنه من أقاربا. أبوه ابن عم جدنا، في مثل هذه الحالة عليك أن تلجئ إلى جميع الناس. وذلك الرجل صاحب موقع ممتاز. قولي لهم كذا وكذا. كأنني لا أدري ما أقول وربما في هذه الظروف يتخدر المرء من دون أن يدري. الحقيقة، أنني منذ اليوم الذي توصلت فيه بالخبر، وأنا أعيش في بلاهة تامة، عندما أخبروني أحسست بطعنة في صدري". أجهدت إميلدا نفسها واستعادت قوتها وفي الحين هيأت الأكل، القهوة، هيأت غطاء، واشترت سجائر. جاءت إلى مكاتب القسم السياسي. لم يسمحوا لها بمقابلة "أد البيرطو" : من فضلكم أيمكنكم تسليمه هذه الحاجيات؟ نعم، ليس لدينا مانع، قالت إميلدا : إنه الأكل فقط، قهوة وسجائر، إن التفتيش يا سيدتي عمل نقوم به كل يوم ولا يسمح بإدخال أية ورقة مكتوبة ولا رسائل، ولا صحف يومية ولا جهاز راديو.
ثينون في المنزل غاضب وحزين : هذا ما يحدث دائما، دائما هكذا، كأن الإنسانية لم تبرح مكانها، لازالت كما كانت منذ القدم بالرغم من التقدم العلمي والتقني، بالرغم من صعود المزيد من المدارس والجامعات. والمزيد من المفكرين، لازالت الإنسانية في نفس مكانها القديم، طريقتها في العيش، في العمل، في التفكير، لازالت كما كانت منذ القدم، منذ آلاف السنين الطموح، السلطة، الحب، الحقد، الإنسانية نقطة ملتصقة باللانهائي، لا تمضي إلى أية جهة، إنها هناك، هذا هو كل شيء.
في اليوم الموالي طبخت إميلدا طعامها مبكرا وذهبت رفقة باميلا إلى القسم السياسي حاملة سلة الطعام، قالوا لها : سيدتي ابنك ذهبوا به إلى العاصمة، وسألتهم إميلدا نفس سؤال الأمس، عن الأسباب، وبأي حق اعتقلوه. وما أسباب ترحيله إلى العاصمة. أجابوها : ! لا نعلم أي شيء، إنها أوامر عليا. قالت إميلدا : كيف يمكن ذلك؟ قلنا لك سيدتي. نحن لا نعلم شيئا، إنها أوامر صادرة عن السلطات العليا. ونحن ما علينا إلا التنفيذ. إنها أوامر من الوزارة ، عليك أن تبحثي عنه هناك، كأن أفواههم مغطاة بالحجارة.
ماذا فعل أدالبيرطو؟ سألت نفسها لم تلاحظ عليه أبدا أي نشاط غريب عن حياته الطلابية. ولم تسمعه أبدا يتحدث ولو بالتلميح في السياسة.
تذكرت طفولته، كانت تملك ألبوما مليئا بالصور عن ماضيه منذ أن كان عمره شهرا. ولكي تصون مستقبله وتؤمن على مصيره كانت قد فتحت حسابا له في صندوق التوفير. هكذا كانت تقول. عندما علم ثينون بالخبر السيئ عن نقل "أدالبيرطو" إلى العاصمة علق على ذلك.
لا نعرف قوانين الحكومة، لأنها ليست صادرة عن المحكومين، ولسنا مؤهلين لفهمها، باميلا تدندن كعادتها بصوت خفيض، إميلدا أعدت كل شيء، كل شيء جاهز الملابس، الحقيبة والكعك، ومنذئذ أصبحت باميلا الطباخة الرسمية للمنزل. وذهبت مع خالتها "ميلدريد" لتوديع "إميلدا" في محطة الحافلات. سافرت تلك الليلة، بعد أن اشترت الفواكه والخبز المحشو، توجهت إلى وزارة الداخلية وقدمت بطاقة تعريفها، وبعدما أعلنت لهم عن سبب مجيئها إلى الوزارة، قام الموظفون بالتفتيش في بعض اللوائح، وقالوا لها، سيدتي، لا يوجد أحد يحمل هذا الاسم، في المكاتب التابعة لنا. إن جاؤوا به من داخل البلاد فربما حملوه إلى زنازين القسم السياسي وقريبا يبعثون إلينا بالمحضر والتقرير عن السوابق. نعم، نعم، طبعا، بإمكانك الذهاب إلى هناك.
في القسم السياسي لا أحد أعطاها جوابا أو معلومات عن مكان وجود "أدالبيرطو"، لا نعرفه ولا يوجد لدينا، أي طالب جامعي، من الداخلية؟ ! أعطوك معلومات خاطئة أو ربما ثمة خطأ، لكن هنا، لا يوجد، ربما ذهبوا به إلى "بانوبطيكو". هل بحثت عنه هناك؟ أحيانا إما لضيق المكان، وإما لأسباب خاصة يرسلونهم إلى هناك، تذكرت كلام أختها ميلدريد : ستعترض طريقك مشاكل، ستصطدمين بصعوبات جمة، الطريق لن يكون سهلا، لا تيأسي. اعلم أن لك إرادة، لكن ثمة ظروف تقهر الهمم الفاترة لا تكوني كئيبة تذكري أن لديك بنتا وزوجا.
وصلت إلى بانوبطيكو كلها أمل. كانت خيبتها كبيرة حين لم تجده هناك، لا يا سيدتي، لا يوجد هنا. لا تلحي، لا ندري شيئا، لو كان هنا لما حرمناك من مقابلته. ولكنه غير موجود.. عليك أن تبحثي في الوزارة، ألا يعلمون أين هو؟ ليس الذنب ذنبنا.. شعرت إميلدا بقلق رهيب، كأن شيء في لحمها يؤلمها ألما أقوى من أي ألم جسدي أو معنوي، أين هو أدالبيرطو؟ -سألت نفسها – لا بد أن يعلم أحدهم مكان وجوده، سجنه، قالت ذلك وهي في الشارع، بدموع لا تكبح. لا يمكن أن يغيب، أن يفقد الإنسان هكذا في بلد متحضر وفي اكتمال القرن العشرين.
قال ثينون : إذا كان أدالبيرطو قد انضم إلى حركة سياسية فأنا لا أعلم لماذا فعل؟ لماذا لم يحدثني في هذه الأمر؟ كل حركة ثورية بلا جدوى، قبل أن تبلغ منتصف الطريق تفقد فعاليتها.. تتجمد وتضيع تضحيات، غير مجدية يبذلها البعض أو آلاف الأشخاص، بعدها يلقى بهم في عالم النسيان.
في الوزارة من جديد : كم مرة؟ كم مرة صعدت الدرج؟ عشرة؟ عشرون؟ ثلاثون مرة؟ بعد ذلك علمت بوجود زنازين في سراديب تلك البناية، وتصورت وجود ابنها في تلك اللحظة قريبا منها ببضعة أمتار تحت حراسة مشددة، طلبت المقابلة من جديد، انتظرت. طال انتظارها مئات الساعات وهي جالسة على كرسي لعلها تقابل كاتب الدولة أو نائبه أو الوزير نفسه. كثير من الناس ينتظرون ويتنافسون من أجل مقابلة الوزير. وعندما يبدو أن دور أحدهم قد وصل. فإن ذلك يصادف إما ساعة إقفال المكاتب، أو وصول شخصية ودخولها دون طلب مقابلة ولا انتظار، ليظل هناك إلى الأبد، وأحيانا يخرج الوزير لأن الرئيس استدعاه، أو يخرج في مهمة، أو ببساطة لا يحضر إلى مكتبه النهار بكامله.
لم تحصل إميلدا على مقابلة السيد الوزير لكنها قابلت نائب الكاتب العام، قال لها ببرود : أكيد لأن ثمة خطأ، أو التباسا. إن ابنك يوجد في مكان إقامته، كما اتضح يا سيدتي، إن ابنك لا يوجد هنا، لا يوجد اسمه في أية لائحة من لوائحنا، ارجعي إلى بلدتك لا أعتقد بوجوده في مكان آخر.
خلال عودتها استحالت حسرتها وكربتها دما يسري في عروقها، واستحال لحمها آلاما. بكت باميلا، وبعد ذلك دندنت بأغنية. وذرفت ميلدريد دموعها في صمت. قال ثينون، إننا نعيش بشكل دائري. هناك تسلسل وانسجام حميم ما بين زمن الأحداث القديمة وأحداث اليوم. كأن نقطة ما توقفت في التاريخ. توقفت عند اللانهائي. تلك النقطة هي الهوية، هي الأمس واليوم والغد. ذلك يعني أن أي حدث إنما يتكرر حدوثه مع كل دورة تاريخية.
ذهبت إميلدا مع أختها ميلدريد إلى القسم السياسي في بلدتها، وقال لها الموظفون : ألا يوجد في العاصمة ؟ غريب أمره ! أما هنا فغير موجود.
بإمكاننا إدخالكما – إذا أردتما – لمعاينة الزنازين، لا يوجد هنا. في تلك الليلة، يوم اعتقاله. حضر رجال الشرطة المفوضون من طرف الوزارة وذهبوا به. إنها أوامر السلطات العليا. قالوا لنا إنهم سيحملونه إلى العاصمة "لاباث" لربما ذهبوا به إلى مركز من مراكز الاعتقال "بكوشا بامبا" أو "أور ورو"، لابد أن يكون هناك.
قالت إميلدا لثيون : غدا سأسافر إلى كوشا بامبا، ومن هناك سأنتقل إلى "أور ورو". ونامت لتستريح من وطأة التعب، وفي تلك الليلة حلمت إميلدا. حلمت أنها تعاني من الجوع، أحست بألم في لحمها بسبب بلوى العواصف التي تجلدها مع كل فجر، وأحست بشتاءات كثيرة متراكمة في عظامها، وبخلاياها تتحول وتمتزج بالإسمنت والحديد، كما أحست بأمطار جليدية قارسة تبلل جسدها العاري، وببرق ورعد ينفجر في جلدها. لياليها كانت مخثرة بالخوف والفزع. وتوسلت أن يبزغ الفجر الذي لن يبزغ أبدا. تلمست في العتمة الغبار، وكثيرا ما ظنت أنها قد تحولت غبارا. شعرت بنهر من رياح النار والجليد تجري في ذاتها وتوقظها، لم تنم بقية الليل، وقالت لنفسها، إن ذلك الحلم لم يكن غير ثمرة حالتها النفسية وخيالها المتشائم، أجهدت نفسها لتعتقد أن أدالبيرطو يوجد في مكان آمن، وأنهم يعاملونه معاملة أي إنسان آخر. لأنهم إخوان في الأرض. وفي الوطن الذي شهد ميلادهم. إخوان من الدم والجنس الآدمي، إخوان من آدم وحواء، وأخيرا إخوان حبا في الله. ولكن ظلام الغرفة أدخل الارتياب إلى نفسها. أشعلت ضوء المائدة الصغيرة. قالت لها ميلدريد : اصنعي كعكا آخر لتحمليه إلى أدالبيرطو، حتى لا تفقدي التفاؤل والثقة ... التفاؤل يعين عزيمتك وجسدك، وحتى يمر كل شيء على ما يرام.
من جديد تلك الطقوس التي تسبق ساعات السفر. الكعك، الحقيبة، الملابس. ثيون صامت في كرسيه، باميلا تراقب الفرن، فيبي ملقى على الأرض ينظر إلى تلك اللوحة الرمادي. من الفضاء تنزل كتلة صمت جيلا تيني. توترت أعصاب إميلدا بسبب شعور مسبق بأن هناك صرخة داخل الغرفة، داخل الصمت نفسه، تثقب مسامعها، تلك الصرخة جعلت الكلب فيبي يحرك رأسه وينظر إلى الباب. كسر ثينون ذلك الصمت المثقل. وقال: إن الثورة تشبه السهم في حركته إذا أطلق نحو الفضاء، الكل يعتقد أن السهم سيصل إلى مكان ما، وهو اعتقاد زائف. إن السهم لا يتحرك. إذا قسمنا الزمن وفي كل لحظة احتل فيها السهم نقطة في الفضاء، فإن الحيز الذي تشغله تلك النقطة يوضح لنا أن السهم لا يتحرك.
سافرت إميلدا إلى "كوشا بامبا" ومن هناك إلى "أورورو"، ولم تحصل على أية معلومات عن "ادا البيرطو" في كلتا المدينتين. ومن أورورو انتقلت إلى "لاباث" بحثت عن الأشخاص الذين نصحتها أختها ميلدريد بطلب مساعدتهم. تأخرت في ذلك ثلاثة أيام، لم يكن العثور عليهم سهلا. إما لأنهم غيروا مكان سكناهم، وإما بسبب خروج غير متوقع، أو لغيابهم عن المدينة. لم ينفعها اللقاء بهم في شيء. قال لها أحدهم : نحن الذين نعمل في الحكومة، لا يسمح لنا أن نتدخل في قضية أي معتقل سياسي. وقال لها آخر : آسف، أود مساعدتك، لكنني أملك مطبعة كبيرة، وسيكون من المخاطرة حتى ولو قمت بمجرد زيارة ابنك، ومع ذلك، سأحاول مساعدتك بشكل أو بآخر، هل تحتاجين إلى نقود ؟.
قررت إميلدا زيارة مختلف مراكز الاعتقال. سألها شرطي من شباك نافذة القسم السياسي، ما اسم ابنك ؟ أدا لبيرطو بيغا. لنر، نعم يوجد هنا، قال ذلك وهو ينظر إلى أوراق في يده، أحست إميلدا بالدم يتدافع إلى وجهها. وشعرت بفرح عارم، فاض بغزارة من جميع مسام جلدها. ه... هل أستطيع أن أراه ؟ نعم، طبعا، يمكنك مقابلته لمدة ثلاث دقائق فقط، هل معك إذن بالزيارة ؟ إذا ماذا ؟ لا، ليس معي. أين يمكن لي الحصول عليه ؟ في الوزارة. استقلت إميلدا سيارة أجرة، أسرع من فضلك، حركة المرور، الازدحام، السيارة غير قادرة ... التزمير، الساعة الثانية عشرة. عندما وصلت ألفت المكاتب مغلقة، يا سيدتي ارجعي يوم الإثنين ومن جديد عاودتها تلك الكآبة الفظيعة، استقلت سيارة أجرة أخرى، وعادت إلى بناية القسم السياسي، ألا يمكن رؤيته بأي شكل من الأشكال ؟ رأت الناس يدخلون بورقة الإذن لمقابلة أقاربهم المعتقلين. صاح شرطي : "ويلفريدو سانشيث" أمه تطلبه. لا يا سيدتي، لا يمكن. وهل بإمكانكم تسليمه بعض الأشياء حملتها إليه ؟ نعم، طبعا نسلمها له. قالت لهم إميلدا : سأعود حالا، ذهبت واشترت علب سردين، بسكويت، علب السجائر، عصير الفواكه، عجين محشو، حليب معلب، زبدة، جبن، خبز، زيتون، لحم مجفف، مربى، تفاح، موز، برتقال، لحم خنزير محشو، كل هذه الأشياء سلمتها لشرطي من شباك النافذة مع الحلوى التي اشترتها باميلا. والكعك اليابس. وملابس أدا لبيرطو، تنفست إميلدا في هدوء، كان عليها أن تنتظر يوم السبت وغدا الأحد طيلة النهار.
من أجل من يا سيدتي ؟ سألوا إميلدا – عندما حضرت إلى الوزارة في الساعة الأولى من صباح يوم الإثنين طالبة الإذن بالزيارة – لزيارة اد البيرطو بيغا. أين يوجد ؟ في القسم السياسي. لنر السلسلة "س" بيغا، با، با، با، ... لا يوجد هنا أي شخص يدعى بيغا. غير ممكن. صرخت إميلدا مذعورة. لجأت إلى أعلى موظف. الربع أو الخامس في هرم سلم الوزارة. أنا بنفسي سلمت لهم يوم السبت مواد غذائية لابني. لمن سلمتها يا سيدتي ؟ لشرطي هنا. ما اسمه ؟ لا أدري. لا أعرف إسمه. قلت لك لا أدري. تعرفي عليه يا سيدتي وأخبرينا. لأن اسم ابنك لا يوجد في اللوائح التي لدينا. لا يوجد أي محضر أو تقرير حول هذا الاسم. أنت تعانين ربما من الأوهام أو الهذيان أو من خدعة عقلية. وقد يكون هناك خطأ في القسم السياسي.
أسرعت إميلدا بقلق إلى القسم السياسي. لا يا سيدتي لا يوجد لدينا أي طالب جامعي يدعى أدا لبيرطو بيغا وأين هو الشرطي الذي استقبلني يوم السبت ؟ أي شرطي ؟ شرطي أسمر. نحيل عمره ما بين الثلاثين والخامسة والثلاثين. ما اسمه ؟ لا أدري ... لا أدري ... لكنه قال لي أن ابني موجود هنا، وهو الذي تسلم مني أكياسا بالملابس والمواد الغذائية. أيتها السيدة. هؤلاء –الشرطة- جاء دورهم فتم نقلهم إلى داخل البلاد. لن يعودوا إلا بعد اثني عشر يوما. ارجعي بعد ذلك وحاولي التعرف عليه ومواجهته... لقد قال إن ... لا ... لا يا سيدتي لا وجود له هنا.
قال ثينون : الجميع يقول سيكون المستقبل أفضل، سيكون مختلفا. دون أن ينتبه أحد إلى أننا لن نبلغ المستقبل مطلقا.
وسفر آخر ... إعداد الكعك أضحى شبيها بطقس ديني ... رأت إميلدا في مكاتب الوزارة مشاهد كأنها من المسرح الدراماتيكي، شاهدت لوحات ذات انطباع مؤلم: نسوة ببكين ويتوسلن. بعضهن "يتذللن" أمام موظف أعرج، انهضي أيتها السيدة. لا تبكي هنا، لم لم تراقبي ابنك بنفسك. بإمكانك الآن وضع ابن آخر... انهضي أيتها السيدة وإلا أدخلناك أنت أيضا إلى الزنزانة. أنتن تتآمرن على الحكومة، ببكائكن ونحيبكن تتوخين تقديم صورة مشوهة عن سمعة البلاد والحكومة القائمة بأفضل المساعي من أجل هذا البلد. غالبت إميلدا غيظها وقررت حتى لا تنحط إلى هذه الدرجة قهر إبائها، وأخيرا جاء دورها لتقابل نائب الكاتب العام، قال لها : الحقيقة يا سيدتي، لاشيء يعرف عن الطالب الجامعي أدالبيرطو بيغا اسطرادا. ولأنه لا يوجد أي تقرير في أي دفتر من دفاتر المكاتب التابعة لنا، فمن البديهي أن يكون قد تم إطلاق سراحه، بعد ساعات قليلة من اعتقاله إثر ثبوت عدم مشاركته في أعمال مناهضة للحكومة، نعتقد يا سيدتي، ونيتنا حسنة. أن ابنك قد يكون فر مع فتاة. وأظن أنهما يعيشان الآن متخفيين في مكان ما. وسيظهران فيما بعد، لا تشغلي بالك كثيرا. الأفضل أن تعدي شيئا لرجوعه، مثلا، لتعدي مهدا له. وإذا كنت ما تزالين شابة فإنك ستصبحين جدة. هكذا هم شباب اليوم.
علمت إميلدا بإطلاق سراح "ويلفريدو سانشيت". تذكرت هذا الاسم. يجب أن يكون قد تعرف على أدا لبيرطو. قال لها سانشيت ما يلي : نعم يا سيدتي، تعرفت على أدا لبيرطو بيغا. إنه شاب ظريف وطيب جدا. قضيت معه خمسة عشر يوما أو ربما أكثر. وفي إحدى الليالي جاؤوا إليه في منتصف الليل وذهبوا به. كانوا ينقلوننا من سجن إلى آخر. لا أعلم أين يوجد الآن. الأكل ؟ عاد جدا. لا. لم يكن لديه غطاء وملابس. لقد وصل بدون أي شيء، أنت بعثت له بالأكل والملابس ؟ معلبات وسجائر ؟ لا يا سيدتي. خلال المدة التي قضيتها معه لم يتوصل بأي شيء على الإطلاق...آ... هم. الآن أتذكر، توصل بكيس من الحلوى.
الكعك، الحقيبة، باميلا تدندن، قال ثينون : التاريخ واحد لا يتغير. منذ فجر الإنسانية يوجد الطموح إلى السلطة، الخيانة، والجريمة، قابيل ودم أخيه يحيا فينا إلى الأبد. لم تتبدل سوى الثياب. تحدث جريمة ويظن الناس أنها حدث جديد، أو متكرر، ولا أحد يفطن إلى أنها نفس الجريمة التي حدثت في العام الماضي، أو العقد الماضي أو القرن الماضي ... أو العهد السالف يخالونها تكرارا ما. بينما الحقيقة أنها الجريمة نفسها التي حدثت منذ القدم. إنهم يخالون أن ثمة تشابها مدهشا لأن نفس الحدث يجري مع جريان الزمن.
أثناء سفرها أخذتها سنة نوم، وأحست باختلاج تشنجي رهيب وبغيض. كادت تصيح. استيقظت ظانة أن الحافلة هوت في حفرة أو فراغ في الطريق. كادت تصيح. نظرت إلى الأمام. نظرت إلى الطريق المضاءة بإنارة الحافلة، وأحست بطعم مر. كأن سائلا حمضيا. عصيرا مختمرا يحك فم معدتها. حاولت أن تهدئ نفسها. أن تعاود نومها... ألغت الأمر عسيرا.. شعرت بأزيز محرك الحافلة. شاهدت أطيافا بلا دلالة. وبلا علائق. عنكبوت يخلف صفا من البيض لا يحصى، شاحنة تزميرها مساوق مع النفير الذي كان في مسامعها، تخطو في مكان مظلم، البيض يتكسر ويتفتق ويتحول إلى خراء، الحافلة تمضي إلى الوراء جارفة الدجاج والقطط والكلاب.
من خوف هذه الحيوانات خرج طائر وحلق عاليا، عاليا جدا، وفجأة أضحى للطائر إشراق وتوهج وسقوط، اصطدام الطائر بالأرض جعل إميلدا تشعر بالرعشة في جسدها، واتخذ –الطائر- حجم نبوة. صارعت إميلدا بكل طاقتها وقوة عقلها ما كانت تريد حاسة مجهولة إظهاره لها في مشكل حسرة وضيق لا يمكن تفسيرهما. وانتابها إحساس بتفسخ لحمها شيئا، فشيئا وبتسارع أيامها، وتراكمها، متزاحمة في الدم كيما تتحول إلى كائنات متناهية الصغر في المأزق الشديد. تلتهم أعصابها... أحست بظلام يتحول صخرة في حنجرتها. ظلت إميلدا تجهد نفسها لتخلق في كيانها قناعة بأن أدا لبيرطو موجود في مكان ما، سجينا، أو ربما مختبئا بعد هروبه، هروبه، وقلبه يخفق بفرح أسرته العارم، خاصة فرحها هي. تمنت لأدا لبيرطو مسكنا في الضحى. كي يظهر يوما ما مع الشمس المشرقة. وبعد الحزن الذي اعتراها أحست بأن أدا لبيرطو لم يعد يسكن سوى أفكارها، ما استطاعت التحمل أكثر وانفجرت بكاء أمام موظف بالوزارة.
أنت أيضا، لا بد أن لك أبناء، افعل هذا من أجلهم، قل لي أين يوجد ولدي أدا لبيرطو، أتوسل إليك... كانت إميلدا قد قامت بأسفار كثيرة. لم يبق أمامي غير خطوة أخيرة، تأدية الثمن. لا نقود معي، ولكن في حوزتي دفتر توفير أدا لبيرطو بصفتي أمه أستطيع سحب الرصيد بعد مساع صغيرة.
كان ثينون قد أثار انتباهها إلى كثرة الأسفار قال لها : يبدو أن قضية الولد ليست سوى وسيلة للسفر. أن الولد قد يكون ميتا، صاحت إميلدا ساخطة، لا، لا، ليس ميتا لم تستطع تمالك نفسها طبعا، بما أنها تعاني من اتهاب المفاصل بسبب الروماتيزم فإنك تحركت أكثر من اللازم للحصول على حرية ابني، وكأنني في غير حاجة للسفر ويغدو من السهل لديك الاعتقاد أنه ميت.
طيب، "صوفيا إميلدا"، حسب الاتفاق الذي بيننا، على أن أخبرك بما يلي :
بحثت في قضية ابنك. لم أعثر على معلومات كثيرة، ولا على وثائق مهمة، إن رجال الشرطة الذين كانوا هنا منذ ثلاث سنوات قد أقيلوا من مهامهم، أو تم نقلهم إلى مدن داخل البلاد. أريد أولا أن أعرض عليك الملف الذي حصلت عليه، وعلي أن أعيده إلى موضعه مع الفجر، أنظري، أحدهم كتب بالأحمر هنا وبحروف بارزة : "انتبه"، وهنا بعض الأوراق الهامة : في هذه الورقة، أحدهم باع ابنك باعتباره عضوا قياديا نشيطا في منظمة "ح.ت.و"، وفي حياته كطالب يبدو غير ذي أهمية وغير مؤذ، لا يتدخل في التجمعات العامة، ولكنه يعمل في السرية، فغرت إميلدا عينيها :
دعني أرى. لاحظت نوع حروف الآلة الكاتبة. حروف صغيرة ومتزاحمة، مائلة مع رموز كبيرة، وأخطاء في الفراغات بين الحرف والحرف. إنها نفس حروف الآلة التي كتبت بها رسالته كانت قد أرسلتها حبيبة أدا لبيرطو السابقة، حيث طلبت منه أن يعيرها بعض الكتب، ناعتة إياه فيها بـ "طائري" الحبيب...
وهذه ورقة أخرى، تعرفت إميلدا عليها، إنها نفس الورقة التي كتبها ثينون ووضعها في عجين الكعك.
ابني العزيز أدا لبيرطو :
لا أعلم أصحيح أنك قمت بنشاط سياسي، إذا كانت التهم الموجهة إليك واهية. فعليك بالصبر، إن أمك جالت كثيرا كي تنال حريتك، وبعد وقت قصير سترى سترى (مكرر) نفسك معنا. وبصفتي خادما سابقا في الحرس المدني لهذا الوطن، سيعمل بعض الأصدقاء على إطلاق سراحك قريبا. وإذا كانت مشاركتك حقيقية فعليك أن تتصرف كرجل جدير بالتربية التي منحناك، أظنك اعتنقت مثلا عادلة، وفي هذه الحال من الأفضل أن تعض لسانك حتى تقطعه قبل أن تبيع رفاقك وأصدقاءك.
إنني فخور بك.
يعانقك أبوك،
حسب ما توصلت إليه، بعد التحقيق الذي قمت به أن ابنك قد تم حمله في طائرة، ومن المحتمل أن يكونوا القوة وسط الغابة، أو في بحيرة "تيكيكاكا". لا أعلم من أعطى هذا الأمر.
أقفل الرجل الباب بالمتراس. بعد أن جلست إميلدا على كرسي فتحت محفظة النقود. أخرجت حزمة نقود ورقية، ومن فئة مئة كان دفتر أدا لبيرطو داخل محفظتها مع أشيائها الشخصية.
-إنك لا تزالين شابة يا دونيا إميلدا أعتقد أنك أنجبت هذا الولد حين كان عمرك ثماني عشرة سنة بالتأكيد.
-ألا تكفيك هذه النقود التي أمنحها لك ؟ بإمكاني أن أزيد..
-الاتفاق هو الاتفاق، وأنا وفيت بما وعدتك به، لم تتفوه بشيء في تلك اللحظة، انتظر الرجل أن تهدأ وتكف عن البكاء، بكت إميلدا طويلا وبعد ذلك هدأت، ظلت هادئة، اقترب الرجل منها. أغمضت إميلدا عينيها وركزت الإحساس في لحظة أخرى، في فضاء آخر سمعت صوت الباب وهي تفتح، هزة خفيفة أثارت قوتك. كان ذلك في الفجر، ما بين الثالثة والخامسة. فتحوا باب زنزانتك... صوت يأمرك. تهيأ بسرعة، أنت جاهز. في الواقع، ليست لديك حقيبة ولا غطاء. كنت تنام بملابسك وحذائك. متقوقعا على الأرض... نهضت، ها أنت جاهز. نفضت بعض التبن عنك. أخرج. يأمرك صوت... سرحت شعرك بيديك... تتصور أشياء عديدة : سينقلونك إلى سجن آخر. أو إلى الاستنطاق من جديد، مع العذاب المعتاد كل فجر، أو ربما سيكون لديك موعد مع تجربة جديدة مؤلمة، لينتزعوا منك اعترافات جديدة. إنك تتناقض. أو لا تريد الإدلاء بكل ما تعرف، يظنونك تتحدث عن أمور أخرى لتضللهم، ولا تدري أأنت الأحمق أم هم. يذهبون بك خارج السجن يصعدونك إلى "فرغونيت"، تستبعد فكرة الاستنطاق. وتخالهم ينقلونك إلى سجن آخر.
-أتريدين أن أطفئ الضوء يا إميلدا ؟ ألا تقولين شيئا ؟.
السفر في الفرغونيت يمكن أن تكون له، في هذه الساعة، أغراض أخرى. كأن يطبقوا عليك قانون الفرار إلى مكان خال، وفق اتجاه الفرغونيت، تفطن إلى أن مكان الوصول هو المطار. يأمرونك بالصعود إلى الطائرة، آنذاك تعتقد أنهم يتجهون بك إلى المنفى، لتمنح حق اللجوء السياسي في الخارج. اختلطت عليك الأمور، تقلع الطائرة، لا تدري شيئا عن مدة الطيران. وفق مواقف وأحاديث الذين يحرسونك. ثمة تلميحات وإشارات يسهل عليك التقاط فحواها. تتنبه إلى مصيرك المفزع الرهيب، في الحين نفسه يخاطبك أحدهم : اخلع ثيابك.. أخلع ملابسي شيئا فشيئا. مثل تمثال يتحرك، وعندئذ يقولون لك : جاهز !... هذا أفضل مكان... لا أدري، لم اعتراني خوف رهيب وبدأت في الارتجاف أنا الذي اعتقدت دائما أنني قوي يفتحون البويبة ويخاطبونني : الق بنفسك يا خراء ! الريح تصفر بعنف. أبصر الظلام، بعيدا يبدو ضوء الفجر ضئيل. أصارع ... أمسك... بأي شيء أمامي أتشبث ... أمسك برجل أحدهم. يتصبب مني عرق بارد. يضربونني، أرخيت يدي... إنهم أقوى مني... يطبقون علي ... أصيح وأنا على حافة الجنون ... يدفعونني. الفجر هو قبري.
César Verduguez
Escena Literaria de América Latina
Munchen,1982